Mostrando entradas con la etiqueta leyendas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta leyendas. Mostrar todas las entradas

jueves, 17 de octubre de 2019

17 DE OCTUBRE, NACE EL PERONISMO.


17 DE OCTUBRE, NACE EL PERONISMO.

 
17 DE OCTUBRE, NACE EL PERONISMO.
Por Javier Parbst

«Los hijos de Martín Fierro y del Sargento Cruz eran educados en las escuelas de Sarmiento a despreciar a sus padres por bandoleros, y buscar el perdón de su pecado original amoldándose mansamente a los dueños del cepo, los contingentes y la partida»
José Maria Rosa.
Dice Galasso que «desde el 17 de Octubre 1945 la oligarquía argentina ya no pudo dormir tranquila». Los privilegiados temblaron en sus cimientos. El «aluvión zoológico», la «indiada» que copó por dos días la ciudad puerto crecida y formada de espaldas a la Argentina profunda, dejo pasmados a los porteños.
¿Por qué la Pueblada de la Lealtad del 17 de Octubre? En gran parte, por los derechos y lo Revolucionario de 1944. Por esos días era común leer en los diarios nacionales: «El gobierno toma posesión de elevadores de granos privados en La Plata» (la Razón, 28/09/44), «El gobierno toma posesión de elevadores de granos en Rosario» (la Razón, 30/08/44), «Aumento de sueldo a los Ferroviarios» (06/10/44), «Aumento de salario a los Panaderos» (08/10/44), El 13 de Octubre del 44 los diarios anuncian la sanción del Estatuto del peón rural. En su lanzamiento el 15 de Octubre en Junín, un Perón Revolucionario de 49 años dice: «…todo había sido falseado: la libertad, la ciudadanía, la función directriz, la justicia y la moral. Como consecuencia de ello, nuestro Pueblo estaba al borde de perder sus fuerzas mas ponderables: La esperanza y la Fe. (…) Se ha pretendido hacer creer al Pueblo que esa logia funesta de demagogos representaba la clase dirigente del país, su elite, y que, como tal, estaba formada por sabios, por ricos y por buenos. Hay que observar que los sabios rara vez han sido ricos y los ricos rara vez has sido buenos. (…) «Nosotros realizamos leal y sinceramente una política social, encaminada a dar al trabajador un lugar humano en la sociedad. Lo tratamos como hermano y como argentino. Ellos dicen que somos demagogos (…) al hablar así, al aclarar que el peón, necesita como todo argentino: «…vivienda sana y decorosa, alegre desarrollo físico y espiritual, protección biológica y económica contra los riesgos profesionales…» rompe barreras que nuestra oligarquía ya creía infranqueables por los tibios políticos atroquelados en la falacia del sistema. Los dueños de la Argentina desde 1853, la oligarquía terrateniente explota furiosa, las tertulias del Té se ven alteradas por las charlas sobre «este demagogo» que para ellos viene a «sublevar a la plebe» pero a lo que viene y los aterra es «a cuestionar su status quo». La sociedad rural contesta. Son piezas únicas de la escritura oligárquica discriminatoria los comunicados de esos días, dicen: «En la fijación de los salarios es primordial determinar el estándar de vida del peón común. Son a veces tan limitadas sus necesidades materiales que un remanente trae destinos socialmente poco interesantes». Traducido: Ojo con los negros a ver si le das guita de más no saben usarla. Los privilegiados, los intelectuales cómodos con el sistema, los grandes diarios, los socialistas, los comunistas, los conservadores, todos se oponen a Perón y a su «populismo» que no para de otorgar derechos a los trabajadores. Luego del 17 de Octubre y del triunfo del Pueblo tomando las calles para rescatar a su líder todas estas fuerzas se juntaran para enfrentar electoralmente al «peligro» del Peronismo y todos perderán ante la voluntad del Pueblo de creer y acompañar a quien en un año y medio los dignifico y otorgo derechos a las mayorías antes ocultados por los continuadores de la década infame. 1945 sigue con las jubilaciones para todos, el aguinaldo y finalmente la cárcel para Perón. Los hechos son conocidos, confinado en la Isla Martín García, la CGT que declara paro para el 18, el Pueblo trabajador que se encamina hacia la plaza desde todos los puntos del conurbano y el llamado de Farrell a Perón a la casa rosada «porque estos nos van a prender fuego todo».
Finalmente el 17 de Octubre es fiesta, es algarabía, claro que primero es lucha, resistencia, coraje y lealtad!!! Pero ya cuando el Pueblo esta en la Plaza y el Gral en la Rosada todos y todas sabemos que triunfamos, que por una vez la pulseada la ganamos los de abajo, los oscuros, los invisibilizados; y ganamos contra los ricos, los poderosos, los patrones de la argentina. Y ahí esta Perón, gigante. De nuestro lado. Cumplió él y el Pueblo cumplió con él. Y nuestro día es el de la Lealtad, el Peronismo nace con mística y con Victoria.
La mejor forma de entender el 17 de Octubre de 1945 es leer a Perón, para entender al Peronismo, hay que leer a Perón. Es la forma simple y veraz de sentir, comprender a un movimiento político desde el Pueblo y para el Pueblo. Es muy difícil negar las tres banderas Peronistas si uno se para desde la nacionalidad y la soberanía. El Peronismo es humanismo en acción, al 17 de Octubre lo hicieron los postergados de siempre, eran los nietos sobrevivientes últimos de asesinados gauchos, eran los gringos anarquistas, socialistas, trabajadores que llegaban década tras década al país, eran los indios sobrevivientes de otras grandes matanzas, era el pueblo oculto, postergado; el que un coronel vio, comprendió, organizó e impulsó a ser protagonista de su destino. Scalabrini Ortiz afirmaba que fue necesario que Perón caiga, lo encarcelen, para que se consolide el pacto del Pueblo con su líder, fue el encarcelamiento de los días previos lo que convenció al Pueblo de que Perón no era uno más que los terminaría engañando y que si el «régimen» lo excluía y lo corría la cosa iba en serio. Nacía «el echo maldito del país burgués» tan bien sintetizado por Cooke años después y la argentina ya no sería la misma con un movimiento de masas, que forjara su doctrina y sus banderas con la mística que le dio nacer de una revuelta callejera y popular como fue la gesta del 17 de octubre de 1945.
El 17 de octubre parió un Movimiento Nacional, Popular, Revolucionario, Policlasista… Hijos del Peronismo, con este como columna vertebral y amplísimos sectores hoy el Frente de TODOS demuestra que el Peronismo sigue vigente con la capacidad de reinventarse, repensarse y 70 años después impulsando grandes movilizaciones callejeras que significan siempre: acá estamos, Pueblo y política, organizados, dispuestos a dar batalla por nuestro derechos.
Acá estamos, entonces, una vez mas, para poner de pie a la Argentina.
Feliz día de la Lealtad!!
(Todas las citas, menos la frase de Jose Maria Rosa, son del libro «Perón, formación, ascenso y caída» de Norberto Galasso.)


miércoles, 16 de octubre de 2019

LA TRAGEDIA DE LA PUERTA 12 DEL ESTADIO DE RIVER 3 DE JUNIO DE 1968 EL CROMAÑÓN DEL FÚTBOL


LA TRAGEDIA DE LA PUERTA 12 DEL ESTADIO DE RIVER


LA TRAGEDIA DE LA PUERTA 12 DEL ESTADIO DE RIVER        3 DE JUNIO DE 1968 EL CROMAÑÓN DEL FÚTBOL


3 DE JUNIO DE 1968 EL CROMAÑÓN DEL FÚTBOL


Estamos próximos a un nuevo Superclásico entre River y Boca.
Nos queda en el recuerdo la tragedia ocurrida el 23 de junio de 1968 en el Estadio Monumental en Buenos Aires. 
Ese día se jugaba el partido clásico del fútbol argentino entre River y Boca en el estadio Monumental.
Pero, se produjo uno de los desastres no naturales más graves de la historia del deporte local, en el que murieron 71 personas, la mayoría menores de edad, y, 113 heridos y una sola conclusión: a más de 50 años, la mayor tragedia de la historia del fútbol argentino es una obra maestra del terror y del misterio.
El partido terminó 0 a 0, algún que otro duelo entre el arquero de River -Amadeo Carrizo- y el delantero de Boca Rojitas, que en uno de los cruces le robó la gorra al guardameta para luego devolvérsela entre risas y abrazos.
Aquella tarde la Puerta 12 fue una trampa mortal.
LA TRAGEDIA DE LA PUERTA 12 DEL ESTADIO DE RIVER        3 DE JUNIO DE 1968 EL CROMAÑÓN DEL FÚTBOL
Extasiados los hinchas visitantes se retiraban en medio de cánticos y gritos, lo que impidió a los más retrasados escuchar los alaridos de los pioneros en emprender la retirada que se encontraban aprisionados entre el portón y los molinetes.
en una montaña de gente aplastada, pisada.
En la Puerta 12, una de las que facilitaba el egreso de los simpatizantes de Boca, el sector de salida a la calle, luego de las escaleras, no se encontraba liberado.
A raíz de ello, mucha gente comenzó a asfixiarse y otros, apretados contra las rejas, fallecían en el intento de salir. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Los portones metálicos estaban cerrados o entornados?, ¿los molinetes no habían sido retirados? A 46 años de eso, todavía no se sabe qué fue lo que sucedió, ni mucho menos quién fue el culpable. Las distintas versiones que dieron los sobrevivientes jamás fueron aclaradas.
Una hipótesis da cuenta -según “testigos”- de que no se habían retirado los molinetes y que la puerta estaba cerrada, provocando la tragedia.
La versión mas aceptada fue que hubo represión policial.
Los hinchas afirmaron convencidos que la tragedia fue causada por una brutal represión policial. Según esta hipótesis, la Policía se había organizado para peinar la salida y atrapar a la hinchada de Boca por haber tirado proyectiles durante el partido y, más que nada, por haber cantado contra el gobierno militar, en plena dictadura de Onganía. La represión provocó que muchos hinchas que estaban saliendo del estadio por la Puerta 12 intentaran volver a entrar.
De ahí proviene el cantito con el que los hinchas de Boca dieron su sentencia en los años posteriores: “No había puerta, no había molinete, era la cana que daba con machete”.

sábado, 16 de marzo de 2019

Felipe Pascual Pacheco EL TIGRE DE QUEQUÉN, UN BANDIDO RURAL

Felipe Pascual Pacheco EL TIGRE DE QUEQUÉN, UN BANDIDO RURAL                             

Felipe Pascual Pacheco EL TIGRE DE QUEQUÉN, UN BANDIDO RURAL


Felipe Pascual Pacheco EL TIGRE DE QUEQUÉN, UN BANDIDO RURAL

Realidad y fantasía se confunden en la vida del personaje de Gutiérrez. Hubo quien creyó que fue tan sólo una invención del folletinero porteño, luego plasmada -y popularizada- en un libro cuya portada muestra el grabado de un gaucho huyendo de la partida.



Pero lo cierto es que existió. Así lo demuestran los ex- pendientes judiciales consultados de diversos partidos bonaerenses y, últimamente, en el archivo histórico de la ciudad de La Plata. Aunque, tal vez, una gran parte de su leyenda corresponda exclusivamente a la frondosa imaginación de Gutiérrez.

El comienzo de la vida errante y desordenada de Felipe Pacheco tiene características en común a la de tantos gauchos de la época: un pleito lo llevó a defender su hombría a punta de facón. Este fue el detonante de una serie de desencuentros con la justicia, donde, obviamente, la brutalidad de las autoridades cumplieron importante rol.

En el año 1866 se le inicia a Pacheco una causa criminal por una muerte hecha en el partido de la Lobería. Dice el escrito "que el criminal ha desaparecido y abandonado sus bienes y familia" (tenía 6 hijos). Fue detenido tiempo más tarde en Tres Arroyos y llevando a la cárcel de Dolores donde es condenado a 10 años de prisión. Al ser conducido a Buenos Aires, logra escapar del piquete que lo conducía.

Pacheco se reúne nuevamente con su familia y se establece en la estancia de un fuerte hacendado, A. Zubiarre (cerca de la actual ciudad de Necochea). Allí cuida su rodeo y algunas tropillas de su propiedad. Es conchabado como resero y recorre con este oficio varios partidos del centro sur de la provincia de Buenos Aires. A menudo; en pulperías o campamentos de troperos, debe responder-a rebencazos, como era de rigor- a las bravuconadas de paisanos provocadores o de simples pleiteros en busca de gloria. Cada "hazaña' de Pacheco -verificada o no- ;acrecentaba su fama de matrero. Fue tildado de ladino, pendenciero y malentretenido. Perseguido durante años y por el odio que le inspiraron los hombres, estableció su real en una cueva de las barrancas del río Quequén. Por su fiereza y habilidad, para salir airoso de cuanta celada le era preparada, fue apodado "el Tigre del Quequén". En diciembre de 1875, el comisario Luis Aldaz, rudo personaje de la campaña, en un descuido del "Tigre", consigue atraparlo en su propia guarida. Así terminaba su carrera de gaucho alzado.

Felipe Pascual Pacheco EL TIGRE DE QUEQUÉN, UN BANDIDO RURAL   Fue acusado, en la oportunidad, por el propio Aldaz, como "uno de esos criminales que solamente con su presencia aterroriza... autor de 14 asesinatos alevosos y de tener familia con sus propias hijas".

En realidad, sólo se le pudo imputar un asesinato y una fuga. Al mayúsculo cargo de incesto, el juez lo desechó de plano. También expresaba el Dr. Aguirre, que "de los demás crímenes atribuidos a Pacheco, no había ningún elemento para imputárselos". Sobreseía a éste y que "debía cumplir la sentencia en la Penitenciaría de Buenos Aires por el hecho de 1866". Lugar donde ingresó Felipe Pacheco en diciembre de 1876.
                            


Fuente: www.lagazeta.com.ar

martes, 4 de diciembre de 2018

EL VIVAC


EL VIVAC

EL VIVAC
Transcribimos un texto de 1815 de dos ingleses, JUAN PARISH y GUILLERMO P. ROBERTSON, que pasaron por nuestro país:

...Disponíanse las carretas en semicírculo, bastante cerca una de otra, pero de manera que pudieran uncirse todos los bueyes a la vez por la mañana.
Estos animales quedaban sueltos y podían pastar libremente; desensillábanse los caballos y daban comienzo los preparativos para la noche. Entre los bueyes mansos, hay siempre un cierto número que el capataz compra para dar de comer a sus hombres durante el viaje...
Al mismo tiempo, dentro del círculo de las carretas, iban encendiéndose grandes fogones en el suelo; crepitaba la leña y las llamas iluminaban la escena destacando con intensidad todos los objetos mientras se extinguía la luz del sol.
La primera distracción del gaucho, después de cumplido su afanoso trabajo, es el mate. De manera que, tan pronto como terminaban las tareas, salían a relucir las rústicas y abolladas calderitas y en seguida podía verse a los hombres llenando los mates o chupando las bombillas, mientras caminaban a paso lento o bien permanecían sentados junto al fuego sobre una cabeza de vaca y fumando cigarrillos de papel.
Era el preludio de la cena más suculenta que pueda imaginarse: sobre los fuegos, y ensartados en largas estacas de madera o en brochetas de hierro, inclinadas, se veían ya una media docena de asados compuestos de las mejores partes del animal; el olorcillo de la carne asada, llenando el aire, abría cada vez más el apetito...
Una vez todo en calma, los hombres cubiertos con sus ponchos rodeaban los fogones y seguían fumango cigarros y tomando mate...


lunes, 19 de noviembre de 2018

DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ


DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ

 

           
DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ
 EL Inca Huayna Capac, tal vez el más poderoso y sábio de los que produjo la familia real incásica, salió una vez del Cozco, acompañado de un ejército de 30,000 guerreros y se dirigió al Sur, proponiéndose conquistar nuevas comarcas y reinos que agrandasen el poderoso imperio de los hijos del Sol.
            Llegados á el alto Perú, muchas fueron las naciones que voluntariamente se sometieron al vasallaje; conocían perfectamente que eran invencibles las armas de los conquistadores y sabían que del sometimiento voluntario solo les resultarían beneficios.
           
DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ
En sus excursiones llegó á Tarapaya y después de bañarse en las aguas de la gran laguna sagrada hecha construir por el Inca Maita Capac pasó á situarse en Cantumarca, pueblo que existe aún en las proximidades de la ciudad de Potosí, donde mandaba entonces una reina llamada Colla ó Coilla (Mina de Plata).
            Asegurada con facilidad la soberanía del Inca en la comarca; que era el tal gobernante muy diestro en someter á su capricho las beldades reinantes de los pueblos convecinos, admiró el gran cerro que tenía á su frente, cuya hermosa configuración y las tonalidades multicolores de sus faldas, sombrean á veces caprichosas nubes, dejando ver en lo alto la elevada cúspide coronada de nieves eternas.
            La belleza del cuadro y el significativo nombre de Potoxi, que daban al cerro los naturales y que quiere decir Manantial de plata picó la curiosidad del Inca, que mandó varias expediciones compuestas de vasallos á explorar aquellas cumbres.
            Los naturales avisaron á los expedicionarios que el cerro era sagrado y que no tardaría en manifestar su enojo, porque hubiesen hombres tan audaces que se permitieran escalar sus faldas y averiguar sus secretos.
            Huayna Capac insistió en su orden, haciendo presente que su voluntad y su poder emanaban de Pachacamac y que era hijo del Sol. Estas afirmaciones parecieron tranquilizar un tanto á los naturales de Cantumarca, pero apenas los expedicionarios habían empezado á escalonar las cuestas, una tormenta se formó en la altura y se desencadenaron relámpagos y rayos acompañados de ruidos aterradores que resonaban siniestramente dilatando sus ecos por las hondas cavidades de los cerros.
            La reina Colla aterrada, vino entonces á presencia del Inca y le dijo afectuosamente: «Poderoso señor del gran Imperio, Pachacamac, espíritu del mundo, ha destinado esas riquezas para otra gente llamada Viracocha y te pido no insistas en mandar á las cumbres tus vasallos, pues el Sol dejará de alumbrarnos.»
              

          
DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ
  Huayna Capac accedió al pedido de la reina y mandando á su gente que volviera, ordenó que ningún indio subiese á la montaña en adelante.
            Pasó mucho tiempo.
            Una tarde el indio Hualpa (Gallo) que no conocía la orden de Huayna Capac, viajaba por las proximidades de Potosí y perdió en esos caminos una llama; púsose á buscarla y le tomó la noche en las solitarias alturas. Resuelto el pobre mozo á seguir buscando su bestia tan pronto como amaneciera el día siguiente, juntó leña y armó una fogata para calentar su cuerpo durante aquella noche que era en exceso fría.
            Cuando el nuevo día empezó á clarear preparóse Hualpa para seguir el rastro de su llama, cuando se apercibió que el fuego había derretido una cantidad de mineral de plata que formaba en el suelo una gran plancha.
            Hualpa encontró su llama y volvió á su casa llevando con sigo la preciada carga y por mucho tiempo conservó el secreto de aquella rica mina; pero los españoles viéndolo poseedor de un mineral cuyo origen ignoraban lo espiaron y lo siguieron á todas partes, llegando por fin á descubrir y apoderarse del secreto del indio.
            Centeno fué el primer español que puso sus pies en el cerro del Potosí, cuya celebridad y riqueza ha llenado el mundo por espacio de tres siglos y mucho nos tememos que el Hualpa de que habla esta leyenda, sea, por su buena y rápida fortuna, aquel Hualpa de Yocalla á quien la tradición le atribuye la gloria de haber hecho construir un puente al Diablo sin que en retribución pudiese el espíritu de las cavernas conquistarse su alma.
FUENTE: Leyendas de los indios Quichuas Filiberto de Oliveira Cézar, 1892

domingo, 18 de noviembre de 2018

INDIOS SANAVIRONES


INDIOS SANAVIRONES
INDIOS SANAVIRONES
Ubicación: podemos ubicar a esta cultura en la depresión de la laguna de Mar Chiquita, en Córdoba. Por el norte llegaban hasta el río Salado, donde comenzaban los Tonocotés. Al sur se extendían por el río Suquia o Primero. Al oeste limitaban con la sierra de Sumampa y el limite oriental coincidía con los actuales límites entre las provincias de Santiago del Estero y Santa Fe.
Étnicamente pertenecían al grupo Amazónido, y al llegar al territorio debieron dominar, rápidamente, a los huárpidos originales. 

VIVIENDA: Construyeron ranchos o chozas apuntaladas por cuatro horcones clavados en tierra. El techo, fabricado con palos, ramas y pajas, estaba sostenido sobre estos horcones. Para levantar las paredes usaban adobe crudo o tierra apisonada. Cubrían las aberturas con puertas de caña o cueros. Eran viviendas grandes agrupadas en pequeños poblados, protegidos o rodeados por cardones o arbustos espinosos.

Economía: adoptaron sistemas andinos de cultivos, a los que complementaron con caza, pesca y recolección. Entre las armas utilizadas por los Sanavirones encontramos la macana, que era una especie de garrote triangular con protuberancia en un extremo, también usado como elemento de defensa personal en las guerras indígenas. 

Costumbres: las numerosas excavaciones realizadas sacaron a la luz numerosos trabajos de alfarería que ponían de manifiesto dos tipos de cerámica: una negra grisácea y otra grabada. Los Sanavirones vivieron en casas muy grandes donde cabían hasta quince soldados con sus respectivos caballos. Se construían con vegetales y cada una albergaba a varias familias.
Las viviendas se reunían en pequeños grupos que se rodeaban de cardones y otras arboledas espinosas que servían de protección. Su extinción tuvo lugar hacia el siglo XVII. 
Eran agricultores sedentarios, cuyos cultivos principales fueron el maíz y los porotos. Su dieta se complementaba con la recolección de la algarroba y el chañar, la pesca, la cría de llamas y la caza del avestruz.
Su cerámica era de color negro grisácea, con motivos geométricos e impresiones de telas y cestería. Este último dato implicaría que los sanavirones conocían el hilado y el tejido, además de haberse encontrado varias piezas de rueca, propias de un telar rudimentario. Tanto para la caza como para la guerra, sus armas fueron el arco y la flecha en hueso y piedra, también, la macana, la maza y la boleadora.



jueves, 15 de noviembre de 2018

EL PAPEL Y LA IMPRENTA DOS INVENTOS CHINOS


EL PAPEL Y LA IMPRENTA
DOS INVENTOS CHINOS

EL PAPEL Y LA IMPRENTA  DOS INVENTOS CHINOS
El papel fue inventado en China cerca de 3.000 años después de que los antiguos egipcios utilizaran el papiro para escribir. Cai Lun, un oficial gubernamental de la Dinastía Han Occidental, elaboró papel mezclando la corteza de una morera y fibras de bambú con agua, escurriendo y secando la mezcla en un marco chato de bambú.
       Otros materiales usados en la elaboración del papel incluían la corteza de árbol, el cáñamo, el lino y hasta las redes de pesca. Durante las Dinastías Tang y Song, los papeles fueron desarrollados para distintos propósitos, incluídos el papel de cáñamo, el papel de piel, el papel de bambú, y el papel de xuan –elaborado en base a un tipo de pino- utilizado específicamente para caligrafía.
       Los avances en la elaboración del papel fueron complementados por el desarrollo de la imprenta. La xilografía fue usada en China en el Siglo VII, y el texto impreso conocido más antiguo corresponde a unas escrituras budistas, que fueron impresas en el año 868 dC. Imprimir libros insumía mucho tiempo, ya que el método de entalladura utilizado, requería grabar un bloque nuevo para cada página.
       
EL PAPEL Y LA IMPRENTA  DOS INVENTOS CHINOS
Los tipos móviles de impresión fueron inventados durante la Dinastía Song. Los caracteres móviles chinos eran tallados en madera, y se podían disponer según la necesidad, y hasta ser reutilizados. Versiones posteriores usaron arcilla, pero se quebraban fácilmente. Durante la Dinastía Ming, los tipos móviles de madera fueron perfeccionados, y los libros se imprimieron utilizando el proceso de impresión a dos colores.
       La rápida adopción de la tecnología del papel y la imprenta en China, precipitó la difusión del conocimiento entre la elite literaria y la aristocracia.
 

miércoles, 5 de septiembre de 2018

LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER


LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER

LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER
Dentro de pocos días, el 28 de setiembre, se festejará el Día del hincha de River. Ese día es el cumpleaños de una de las máximas figuras del Club, Angel Amaeo Labruna. Reproducimos una brillante nota de la página http://www.pasionfulbo.net sobre ANYULIN.
Goleador, pasional, polémico, inteligente, calentón, ídolo, histórico son algunas de las palabras que mejor describen a Ángel Amadeo Labruna. A continuación hacemos un repaso de los momentos inolvidables, curiosidades, frases, polémicas, anécdotas y mucho más de la carrera del crack que quedará en el recuerdo de los hinchas de River por siempre.
LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER
El máximo ídolo de la historia de River con la pelota
Su infancia
Un 28 de Septiembre de 1918 nacía Ángel Amadeo Labruna en Avenida Las Heras al 2871. Hijo del Italiano Don Ángelo, un relojero de Barrio Parque y de Amalia Cavatorta. El pequeño Ángel, dio sus primeros pasos laborales como ayudante de su padre. Ya desde muy chico era fanático de River Plate. Su padre lo hizo socio a la temprana edad de los ocho años. Su ídolo fue desde muy chico Bernabé Ferreyra, quien le había autografiado una foto, decía “Al futuro crack en ciernes, Bernabé Ferreyra”. Ángel guardaba ese regalo como una reliquia, en la vidriera del negocio de su padre. Su padre no quería que él fuera futbolista, pero aún así, cuando Ángel cumplió diez años, lo llevó a River a entrenar gimnasia para así ganar en capacidad torácica. No sólo le gustaba el fútbol, también desde muy chico era un apasionado del básquet, jugaba en la categoría de cadetes.
Un día de de 1932, Antonio Vespucio Liberti lo convenció para que jugara en la sexta división de River Plate. Ángel aceptó. Siguió jugando hasta llegar a la cuarta división matutina. Era el año 1934, y Labruna a la edad de 16 años tuvo que tomar una importante decisión: Básquet o Fútbol. Eligió la segunda opción. Él contó que si le conseguían empleo se habría inclinado por el básquet, pero no fue así. En ese año, firmaría su primer contrato con el club. Jugaba en la cuarta división especial gracias a ese contrato, cobraría su primer sueldo: 25 pesos por partido jugado.
Su debut en River Plate
LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER
Este es el primer contrato que unió a Ángel Labruna con River
Su primera aparición en la primera división del club se produjo el 25 de Mayo de 1937, en un partido amistoso ante Jorge Newbery en Rufino. Ese día tendría un debut más que positivo, anotando tres de los ocho goles convertidos por River. Tuvo que esperar dos años para volver a tener una chance en la primera del club. Fue en el año 1939 cuando el plantel de primera inició una huelga porque los dirigentes habían apartado del equipo a José Manuel Moreno, debido a un mal rendimiento ante Independiente. Entonces, había que jugar ante Estudiantes en La Plata. Los que jugaron fueron los juveniles de la tercera división especial denominados “Los Guerrilleros”, en ese equipo aparecía a sus 20 años de edad, Ángel Labruna. Ese día fue derrota por 1-0. Luego de ese partido, volvió momentáneamente a la tercera. Un 15 de Octubre jugaría ante Atlanta y marcaría su primer gol oficial con el “Millonario”. Fue en la victoria 4-2 de River en Villa Crespo, donde Ángel anotó el último gol del partido a los 85 minutos superando a Taglioretti. Desde ese momento se afianzaría en el equipo titular. En ese año le marcó su primer gol al eterno rival, Boca, en cancha de San Lorenzo un 29 de Noviembre, Su gol sirvió para la victoria 2-1 del “Millonario”. Cuentan que después del partido se quedó festejando en la tribuna junto a la hinchada durante varias horas.
Ángel le quería ganar siempre a Boca, el máximo rival
LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER
La Máquina En 1942, y tras una goleada ante Chacarita por 6-2, el periodista de El Gráfico, Eduardo Lorenzo Borocotó bautizó a ese equipo como La Máquina. La formación tenía a cinco delanteros que quedarían en la historia: Moreno, Pedernera, Muñoz, Loustau y Ángel Labruna. Juntos jugaron sólo 20 partidos, pero les bastó para quedar en la historia del fútbol mundial, siendo para muchos, el mejor equipo en la historia del fútbol argentino. Brindaban un espectáculo que tal vez sea inigualable, con un fútbol muy ofensivo y que sin dudas, será difícil de olvidar para quienes tuvieron la suerte de disfrutarlo. Sus goles a Boca Juniors
Contando los goles en partidos oficiales y los goles en amistosos que Labruna le convirtió al “Xeneize”, son en total 22 anotaciones. River solo perdió uno de los partidos ante Boca en los que el “Feo” convirtió. Además empataron en una ocasión. Los partidos restantes terminaron todos con victorias de “La Banda”. Ningún otro jugador le ha podido meter tantos goles al rival en el superclásico. Ángel es quien todavía hoy, tiene este récord que parece cada día más difícil de igualar.
La polémica del gol 293
LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER
Durante muchos años se creyó que Ángel Labruna había anotado 292 goles en el fútbol argentino y que había quedado a sólo una notación del delantero de Independiente, Arsenio Erico. Luego de muchos años, el Centro de Investigación de la Historia del Fútboldescubrió que en 1941 “El Feo” había anotado un gol pero que por error se le había adjudicado a otro jugador. En un partido vs Estudiantes, tras un córner, Labruna cabeceó, la pelota iba al arco pero se desvió en Rodríguez (defensor rival) e ingresó. Entonces, como la pelota se dirigía al arco antes del desvío, el CIFH le adjudicó el gol al delantero de River. Otra polémica era saber si el que había cabeceado era Labruna o Muñoz, ya que un medio de la época había anotado que era este último quien había impactado el balón, pero en la imagen tomada por El Gráfico se puede ver que es Labruna quien cabecea.
El jugador mejor pago de la década del 50′
En 1955 a sus 36 años, Ángel Labruna firmó el contrato que lo convertía en el jugador mejor pago de la época. Ya llevaba anotados 252 goles y por eso era ya un ídolo indiscutido de la época. Entonces, renovó su contrato con el club. Lo que había arreglado con los dirigentes era ganar 300.000.000 pesos por año entre sueldo, prima y premios.
Su polémica salida de River
LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER
En Diciembre del año 1959 se abría otra polémica. Ángel Labruna recibía un telegrama que le llegaba desde River, que decía “Queda en libertad de acción, colaciónese”. El máximo goleador de la historia del club quedaba libre de manera sorpresiva. Aún hoy no queda claro quien tomó esa decisión. El propio Labruna dijo en una entrevista: “Yo de River no me fui, me dijeron que me tenía que ir. Las explicaciones que me dieron siempre fueron muy confusas. Hoy no sé si me echaron los dirigentes o me sacaron por orden de otra persona”. En otra entrevista confesó: “Cuando me fui de River llegué a creer que se terminaba el mundo. Si hasta me quise pegar un tiro. No quería volver a mi casa”.



El momento en el que homenajean al ídolo
Partido homenaje
El 19 de Septiembre de 1957 se homenajeó al goleador en el Estadio Monumental. Esto se debía a que se cumplían las bodas de plata de “El Feo” en River, desde que había llegado a inferiores en el año 1932. En aquella tarde el “Millonario” se enfrentó a Peñarol. Además, se juntaron los integrantes de “La Máquina”. Fue victoria de River por 1-0.
La vuelta olímpica tras 18 años

El Mundo River necesitaba una vuelta olímpica. Habían pasado 18 años sin darla y la gente estaba desesperada por volver a gritar campeón. Tras pasar por clubes como Platense, Rosario Central y Defensores de Belgrano, el ídolo volvía a River. “Volví para ser campeón” sentenció en su llegada. No se equivocó, porque tras un final de campeonato emocionante, River vencía a Racing 2-0 y daba la tan ansiada vuelta olímpica. “El Feo” cumplía su promesa y sumaba otro título con el club. El dinero y los negocios “Para la plata siempre fui medio estúpido. Estuve toda la vida en River pero me podría haber ido a Colombia en el 50′ o a Italia en el 54′, cuando me ofrecieron dos millones de pesos pero no me decidí. Económicamente fui un fracasado, la diferencia la hice cuando fui técnico”, admite Labruna. Ángel, cuando dejó de jugar, puso un hotel en Mar del Plata pero no le fue bien. Después decidió poner un negocio de venta de autos usados pero tampoco tuvo suerte. Después una gomería y una zapatería. En todas fracasó. Entonces, decidió meterse para siempre en el fútbol. “Todo el mundo creyó que yo gané millones, pero no es así. ¡La plata que debe tener Labruna! Oía, pero no fue así. Hubo sólo cuatro temporadas donde cobré grande, en el resto me alcanzaba para vivir”, aclaró “El Feo” en una entrevista.
Curiosidades, frases y anécdotas

LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER
Su fanatismo por las cábalas “Siempre fui cabalista, debo asociarlo con los juegos de azar y carreras. Creo en pequeñas ceremonias que traen suerte. A veces he sido un exagerado, pero es más fuerte que yo” confesó el ídolo en una entrevista. Además, se animó a contar una de sus muchas cábalas: “Nunca crucé una raya, lateral, córner, área o mediacancha con el pie izquierdo, siempre pisando con el derecho”. “Pinino” Más se animó a contar otra de las cábalas que tenía “El Feo”. Antes de un superclásico en el año 75′, el “Millonario” estaba por salir a la cancha y Labruna, técnico del equipo decía: “Filliol, vos sos crack, Biasutto es un tronco. Comelles, vos sos crack, Pernía es un tronco. Perfumo… “, “Sí, ya sé soy un crack y La Fuente es un tronco” a lo que “El Feo” le contestó: “Callate boludo, se corta la cábala”. En una oportunidad, el “Pinino” le preguntó: “Ángel, ¿Cuales son sus cábalas?”, la respuesta de Labruna fue: “Las cábalas son algo personal, no hay que decirlas porque pierden el efecto, no preguntes boludeces”. Cuentan que eran tantas las cábalas que tenía el ex delantero de River, que para recordarlas las tenía anotadas en un papel.
Su costumbre al jugar en La Bombonera
LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER
Al ingresar a La Bombonera. Ángel Labruna se tapaba siempre la nariz, haciendo alusión a que había mal olor en la cancha del eterno rival. Cuentan los jugadores de la época que aunque la hinchada local lo chifle, lo insulte o lo escupa, el lo seguía haciendo. De allí nació la costumbre de muchos hinchas de llevar barbijos cada vez que se juega un superclásico en La Bombonera.
Los caballos, otra de sus pasiones
“Si me invitan al cine o al teatro, paso, pero las carreras me encantan. Fui durante cuarenta años al hipódromo y nunca dejó de divertirme”, contó Labruna en una entrevista. Él, siempre fue un apasionado por los juegos de azar. Óscar Más se animó a contar en una ocasión una anécdota sobre lo que significaba esta pasión para Ángel: “Teníamos que jugar ante Boca a las 15.30 y para no pagar la multa debíamos salir a las 15.28. Ya era la hora entonces le aviso a Ángel y el me responde: ‘Espera que tengo que ver como salió un caballo que tenía como fija, lo otro no importa, pagamos la multa y listo’.”
El porqué de no dirigir a la Selección
LABRUNA, EL ÁNGEL DE RIVER

 “Jamás viví como una frustración el hecho de no dirigir a la Selección. Creo que ya les di muchas satisfacciones como jugador. No es algo que me quite el sueño” confesó una vez Labruna. Juan José López se animó a contar qué les decía “El Feo” respecto a este tema: “Siempre nos decía que no quería dirigir la Selección. Para él, la Selección Nacional era River”.
Su muerte Un 19 de Septiembre del año 1983, el ídolo estaba esperando el alta médica. Había sido operado con éxito de vesícula hace una semana y se estaba recuperando de manera positiva. Estaba en la habitación de la clínica de Belgrano junto a Ubaldo Fillol, que había pasado a visitar a “El Feo”. A las 18:15 Labruna se levantó para ir al baño pero de pronto se desplomó. Fillol apenas pudo sostenerlo, pero no sirvió de mucho. Un paro cardíaco le había quitado la vida a sólo días de cumplir sus 65 años. Hoy en día, “El Pato” lo recuerda como un padre futbolístico. Ambos tenían una excelente relación y hasta el día de hoy el ex arquero de la Selección siempre lo recuerda con cariño.
Anécdotas
Anécdota uno: Labruna era en aquel momento el técnico de Racing. Le habían avisado que Fillol se iba a ausentar a la práctica porque tenía una reunión con los dirigentes de River. El club de Nuñez quería tener al “Pato” en su plantel. Minutos después, observa al arquero ingresando al predio. Sorprendido, lo llama y le dice: “Fillol, ¿Usted no estaba en reunión con la gente de River?”, a lo que “El Pato” responde: “Sí, pero me quiero quedar acá”. la respuesta de Ángel fue: “Usted haga lo que quiera, pero yo le aviso que si usted no va a esa reunión y arregla con River, yo vengo mañana y lo recontracago a trompadas”
Anécdota dos: Labruna era el técnico de Talleres. En la charla previa en el vestuario antes de un partido vs Boca. “Hagamos lo que sabemos, estén tranquilos, este es un partido más, eh”. Cuando los jugadores marchan al campo, Ángel llama a los ex jugadores de River que tenía en el plantel y les dice: “Partido más una mierda, los partidos ante estos se juegan a muerte, vamos eh”.
Anécdota tres: River había ganado un superclásico por 2-1 tras irse 0-1 al entretiempo. Al terminar el partido un periodista partidario del “Xeneize” le preguntó: “¿En el primer tiempo Boca los bailó?” y el respondió “¡Está equivocado! Aplicamos una táctica para engañar al adversario. En el primer tiempo los dejamos atacar para que se cansen y en el segundo apuramos el partido y el resultado mostró que ganamos con absoluta justicia”. En el vestuario le preguntaron por qué había declarado eso, el dijo: “Es un periodista de la contra. No voy a dejar que nos use para ponerse contento”.
Anécdota cuatro: En esa época Labruna era el técnico de Rosario Central. Iban 40′ del segundo tiempo y el equipo dirigido por “El Feo” estaba goleando a River por 4-0. Alonso, jugador del “Millonario” estaba algo cansado. Entonces Ángel se le acercó y le gritó sin disimulo “¡Dale nene! ¡Corré que esa camiseta yo la transpiré veinte años!”
Frases
“Confieso que hay muchas cosas de las que no tengo idea, pero el fútbol es lo mío. No hay nadie que sepa más que yo” “No me gustan las jugadas preparadas. Yo prefiero trabajar fútbol y no recursos accesorios”.
“A Ramón Díaz lo voy llevando de a poco. Ese chico va a ser el sucesor de Labruna”.
“Boca es un equipo hecho para ganar, no para dar espectáculo, por eso, los jugadores que yo elijo, nunca andarían en Boca”.
“Si yo dirigiera a Boca me iría al descenso. Con esa clase de jugadores yo no puedo jugar al ataque como lo hago en River. Yo prefiero ganar los partidos 5-4, a ellos les alcanza con ganar 1-0”.
“El día que estés obsesionado con ganarle a Boca, recién ahí vas a poder vestir con orgullo la camiseta de River”.
“River es noticia siempre, no porque seamos la mitad más uno, sino porque somos el país menos algunos”.


sábado, 28 de julio de 2018

JOAN CRAWFORD Una actriz del porno que llegó a ser gran estrella del cine


JOAN CRAWFORD  Una actriz del porno que llegó a ser gran estrella del cine

JOAN CRAWFORD  Una actriz del porno que llegó a ser gran estrella del cine
Una de las más grandes estrellas del cine de todos los tiempos. 

De Joan Crawford mucho se ha escrito, sobre todo de sus ya legendarias peleas con Bette Davis. Hasta una serie de TV se hizo de estas. Pero poco se dice de sus inicios.

Lucille Fay LeSueur, su nombre real, nació en San Antonio (Texas) un 23 de marzo de entre 1904. Su padre, Thomas LeSueur, un obrero de origen canadiense, abandonó a su esposa embarazada meses antes de su nacimiento.

JOAN CRAWFORD  Una actriz del porno que llegó a ser gran estrella del cine
De muy joven abandonó su hogar para ir a Hollywood. Llegó en 1920, con16 años, acariciando el sueño de ser bailarina y actriz.

Pero como tantas otras chicas, no encontró trabajo y acabó dedicándose a la prostitución; con una salvedad… Era lesbiana, y sus clientes fueron casi siempre mujeres. Su especialidad erótica: Su portentosa lengua. Según dijo de ella la escritora Tallulah Bankhead, quien gozó de sus servicios en varias ocasiones: “Podía llevarte a las puertas del paraíso con un par de movimientos de su lengua”. 

No fueron años fáciles para ella. En 1922 fue arrestada por ejercer la prostitución, y rodó varias cintas pornográficas. Pero su suerte cambió al conocer a la periodista Hedda Hopper, quién la recomendó en la Warner Bros. 

En 1925, siendo corista en Broadway, un ejecutivo de la Metro-Goldwyn-Mayer se fijó en ella. Lo primero fue darle un nombre. LeSueur sonaba demasiado parecido a sewer(cloaca en inglés), así que la Metro convocó un concurso nacional entre los lectores de la revista Movie Weekly para rebautizar a la joven. La opción elegida, premiada con 1.000 dólares, fue Joan Crawford.

JOAN CRAWFORD  Una actriz del porno que llegó a ser gran estrella del cine
Tras varios fracasos comerciales, en 1938, la Asociación de Exhibidores Independientes de América la declaró “veneno para la taquilla”, un lastre con el que también cargarían en algún momento Katharine Hepburn, Greta Garbo, Marlene Dietrich y Fred Astaire.

El resto es historia del cine.

JOAN CRAWFORD  Una actriz del porno que llegó a ser gran estrella del cine
Con el nombre artístico de Joan Crawford se convirtió en una diva de la pantalla, y protagonizó filmes como ¿Qué fue de Baby Jane? (1962). Aunque siempre se la recordará por su papel de Vienna, la mítica heroína de Johnny Guitar (1954).


lunes, 29 de enero de 2018

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
“¡Tschiffely: mozo jinetazo, ahijuna!”.


AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Una de las mayores aventuras que involucraron al hombre y al caballo, empezó como muchas de las grandes aventuras de la historia; con una apuesta. Su propulsor era un tímido profesor suizo radicado en Buenos Aires, Aimé Félix Tschiffely, quien cansado de oír que el caballo criollo era denostado por criadores de equinos extranjeros, lanzó un desafío por radio.


AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
“El caballo criollo no sólo es más noble que la gran mayoría, sino que es el más resistente del mundo” –dijo el suizo. “Y para probárselo a todos quienes lo desprecian y denostan, voy a ir montado en uno de ellos desde Buenos Aires hasta Nueva York”, remató en tono de desafío.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Loco. Delirante. Farsante. Lunático. Fueron los adjetivos más suaves que recibió Tschiffily de parte de la opinión pública, sobre todo al saberse que el suizo no tenía experiencia ecuestre alguna. Sin embargo, el profesor tenía una firme convicción teórica, y era la que había ido recabando día tras día tras sus enfebrecidas lecturas; esas que lo hacían sentirse orgulloso del país que tan generosamente lo había acogido; más orgulloso incluso que la inmensa mayoría de hipócritas que se inflaban el pecho cantando el himno pero preferían lo extranjero a cualquier producto nacional, incluido el caballo.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
“El 23 de abril de 1925, por la mañana temprano, dejé mi hotel de la calle Reconquista (el “Universelle”, que ya no existe) y me dirigí a las instalaciones de la Sociedad Rural, acompañado por mi perro, que parecía husmear el desastre y debió ser atado a un cordel para que me acompañase.  Los inconvenientes comenzaron temprano; los caballos se oponían tenazmente a ser ensillados…”  Así comenzó años más tarde el primer capítulo de sus memorias, Aimé Félix Tschiffely, el protagonista de una hazaña no superada hasta el presente: unir a caballo las tres Américas, recorriendo para ello…. ¡alrededor de 21.500 kilómetros!

Tschiffely contaba entonces, 29 años.  Había nacido en Berna el 7 de mayo de 1895.  

El nacido en Berna, bien había tenido tiempo para ensalzarse con las bondades y costumbres argentinas. Pues, tras haber finalizado sus estudios en Suiza, y luego de una estancia en Inglaterra, Aimé habitó suelo nacional por largo tiempo. Fueron nueve años en los que ofició de profesor de idiomas en el Saint Georges’s College, en el bonaerense partido de Quilmes. Y así fue como los aires provincianos comenzaron a copar su vida…y su imaginación. El mecanismo mental del suizo daba cuerda a un sueño americano, y pronto llegaría el tiempo de poner manos a la obra.

Hasta ese entonces su vida se deslizó dentro de una singular normalidad y tan sólo los paseos de domingo, cabalgando algún caballo del lugar rompían la monotonía de su vida, consagrada enteramente a la enseñanza.  Más, un espíritu emprendedor y dinámico, cual era el suyo, poco tiempo habría de permanecer sujeto a la monótona vida del colegio.  Y así fue generando la idea de “la gran aventura”.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Después de varias tentativas frustradas, se dirigió una tarde a la redacción del diario “La Nación”, de la Capital, solicitando una entrevista con el doctor Osvaldo Peró, por entonces “técnico, periodista, escultor y sobre todo muy gaucho”, como él mismo lo definió años más tarde.  Por intermedio del doctor Peró, conoció en seguida al doctor Emilio Solanet, amigo y colega de aquél, dueño de la estancia “El Cardal”, cerca de Ayacucho, en la provincia de Buenos Aires.

Ya lo había dicho Tschiffely, y a las pruebas pudo remitirse después: la raza criolla tiene aguante. Se lo demostrarían Mancha, de pelaje overo, y Gato, así bautizado a raíz de su pelaje “gateado”. De 15 y 16 años respectivamente, estos equinos conocían ya largo y tendido de hostilidades: habiendo crecido en la inmensidad de la Patagonia, allí donde el clima resulta poco amigable, su doma era asunto de valientes…y pacientes. Aquella fue la receta de don Emilio Solantet, quien compró los caballos al cacique tehuelche Liempichún para llevárselos consigo a su estancia “El Cardal”. Y así fue como Gato y Mancha dejaron las tierras chubutenses para instalarse en pagos bonaerenses. Lo que no imaginaban era que, para entonces, la aventura recién comenzaba. ¿Quién era ese forastero que tocaba la puerta de don Emilio? ¿Un loco? ¿Un aventurero? Quizá todo eso junto. Pero, por sobre todo, un hombre de convicciones firmes: Tschiffely estaba convencidísimo de la fortaleza casi innata que caracterizaba a los caballos criollos. A fin de cuentas, su origen se hallaba en las cruzas de razas traídas a suelo americano por los conquistadores españoles, y había sido durante el fulgor de la conquista y las posteriores guerras de independencia que se habían esparcido por todo el continente, haciendo uso de su rusticidad y rudeza. Y vaya si sabía de ello el bueno de Solanet, criador y propulsor del reconocimiento de la raza; y por tanto miembro fundador de la Asociación de Caballos Criollos de Argentina. 


AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Entusiasta cultor de la crianza del caballo criollo, el doctor Solanet no pudo menos que extrañarse ante el raro pedido suyo:

-¿Adónde quiere ir?…

-A Nueva York, doctor –y de no haber sido por la seriedad del personaje, aquel hombre hubiera tomado a broma lo que se le solicitaba.  Y allí mismo, lo invitó a pasar al corral.

Tschiffely reconocía en el doctor Solanet a una verdadera autoridad en materia equina.  Había seguido toda su actuación en defensa del caballo, recordando que en una charla pronunciada en la Facultad de Agronomía y Veterinaria, los méritos del “criollo” habían sido largamente ponderados por él.  Expuso allí Solanet que cien, doscientas leguas y más aún, fueron cubiertas durante meses por los bravos caballos criollos durante la Guerra de la Emancipación y, cómo después de cargas victoriosas, su alimentación alcanzó tan sólo a lo que podían encontrar.  Aquellos nobles productos habían soportado el abrasante sol del desierto y los hielos, con verdadero estoicismo y las muestras de esos sacrificios merecieron que el doctor Solanet –en función de cabañero- dedicara ahora todos sus desvelos a criarlos.

Al inicio de la travesía, Mancha (pelaje: overo) y Gato (pelaje: gateado) tenían 15 y 16 años respectivamente. Su carácter era poco amigable. Habían crecido en la Patagonia, donde se habían acostumbrado a las condiciones más hostiles. Su propietario, Emilio Solanet, se los había comprado al cacique tehuelche Liempichún en Chubut.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Domarlos puso a prueba las facultades de varios de los mejores domadores. Cuenta el profesor suizo: “Desde los primeros días advertí una real diferencia entre sus personalidades. Mancha era un excelente perro guardián: estaba siempre alerta, desconfiaba de los extraños y no permitía que hombre alguno, aparte de mí mismo, lo montase… Si los extraños se le acercaban, hacía una buena advertencia levantando la pata, echando hacia atrás las orejas y demostrando que estaba listo para morder… Gato era un caballo de carácter muy distinto. Fue domado con mayor rapidez que su compañero. Cuando descubrió que los corcovos y todo su repertorio de aviesos recursos para arrojarme al suelo fracasaban, se resignó a su destino y tomó las cosas filosóficamente… Mancha dominaba completamente a Gato, que nunca tomaba represalias”.

El amor a su jinete está reflejado en sus cariñosas palabras: “Mis dos caballos me querían tanto que nunca debí atarlos, y hasta cuando dormía en alguna choza solitaria, sencillamente los dejaba sueltos, seguro de que nunca se alejarían más de algunos metros y de que me aguardarían en la puerta a la mañana siguiente, cuando me saludaban con un cordial relincho.”

El baqueano y rastreador que se encargó de la compra, selección y arreo de los mismos fue el gaucho Don Reynaldo Rodríguez, quien en sus últimos años vivió en la zona de América, Prov. de Bs. As.


Mancha era overo rosado, manchado.  Gato, como bien su nombre indicaba, gateado.  A Mancha había que reconocerle todos los atributos de un “perro guardián”.  Siempre atento a cuanto a su alrededor ocurría, vivía desconfiando de los extraños y no permitía que otra persona, más que el amo, lo montase.  Gato era muy distinto.  A diferencia de su compañero de morada, no era expresivo.  Por lo contrario, era menos intuitivo, pero más voluntarioso.  Sus ojos poseían una expresión infantil y parecía mirar todo con inusitada sorpresa.  En ambos estaban dadas las dos cualidades: para Mancha, el instinto, suerte de dominación además que imponía sobre Gato; y para éste, una inocente contracción para el trabajo.  Empero, había que reconocerle a Gato, como el mismo Tschiffely lo hizo años después, una rara intuición para pantanos, tembladerales y fango.  El maestro suizo escribió en sus memorias, que si los dos caballos hubiesen tenido la facultad de la voz y la comprensión humanas, hubiera recurrido a Gato para confiarle sus preocupaciones y secretos. Pero si hubiese necesitado ir de fiesta, hubiera preferido invariablemente a Mancha.  Tenía más personalidad que aquél.

Un viejo gaucho inglés, don Edmundo Griffin, propietario de la estancia “La Palma”, cercana a Paysandú, puso a disposición de Tschiffely un cirigote (tipo de silla usado en Entre Ríos).  Esa fue la única montura que usó durante el viaje.  Y completó su atavío con un gran poncho impermeable y un mosquitero, de modo que el peso total no sobrepasara los sesenta kilogramos, teniendo en cuenta que debería usar de carga, indistintamente, a los dos caballos.

En las vacaciones de ese año 1925, Tschiffely se entrenó convenientemente, preparándose para la “excursión”, como el simplemente llamó a su empresa.  Cuando todo estuvo listo, los dos caballos fueron enviados al local de la Sociedad Rural, en Buenos Aires, y allí se alojaron hasta el momento de la partida.  Los comentarios previos de la prensa, mostraron un escepticismo muy singular.  Hasta se lo llegó a acusar de “crueldad” hacia los animales, en conocimiento de lo que se proponía.  Pero a despecho de todas esas acusaciones, el “aventurero” contó con el apoyo de algunos deportistas conocidos y el de la Sociedad “Criadores de Criollo”.

La histórica partida

En la mañana del 25 de abril de aquel lejano 1925, Aimé Félix Tschiffely dejó su alojamiento céntrico y en compañía de un ejemplar de policía belga –el perro iba a ser también de la partida- se dirigió en busca de sus dos “amigos”.  Mas, aquel perro no contó con la inicial simpatía de los caballos, en especial con la de Mancha, quien en el primer día de marcha, le obsequió tan brutal coz en una cadera, que le obligó a quedarse en Buenos Aires.

Montando a Gato, en tanto que el otro animal hacía de carguero, Tschiffely recibió el saludo de muy pocos amigos e inició la marcha, en momentos en que una tenue llovizna comenzó a caer sobre Buenos Aires.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Esa llovizna se convirtió en lluvia torrencial antes de llegar a Morón y hubo que hacer noche en un boliche de campaña. Los caminos quedaron intransitables y a tren muy lento se dirigió hacia Rosario, donde arribó después de varios días de marcha.  De allí tomó rumbo noroeste, hacia la frontera con Bolivia, debiendo pasar antes por “las desoladas regiones de Santiago del Estero”, por Tucumán, a la que denominó “el edén argentino” y por Jujuy, desde donde tomó por un vasto y profundo valle, orientado directamente hacia el Norte.

Los medios económicos con que contó Tschiffely, fueron propios.  No recibió subvención alguna, que le permitiera pasar siquiera los primeros días de marcha.  Como los preparativos de su viaje insumieron algo más de seis meses, durante ese lapso, todas sus entradas fueron destinadas a solventar económicamente su firme decisión.  Después, durante el viaje y a medida que avanzaban las jornadas de marcha, la cosa resultó más fácil.  En los lugares que detenía su andar, se lo recibía con alimentación adecuada, para él y sus animales y se le proveía el suficiente forraje para que sus cabalgaduras pudieran aguantar al menos un par de semanas.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Habían pasado varias semanas de azarosa marcha –lluvias, calor y frío acrisolados en un lento derrotero- cuando llegó Tschiffely a la quebrada de Humahuaca.  Y contó de ella, años más tarde, una muy antigua fábula, que oyó de labios de un viejo indio:

“En los tiempos de nuestros viejos antecesores, vivía en un lado del valle una tribu de indios poderosa y próspera y en las laderas de la montaña opuesta, habíase instalado una tribu igualmente fuerte y bien organizada.  La envidia y la ambición los convirtió en enconados enemigos y se libraron entre ambas feroces batallas.  El cacique de una tribu tenía un hijo y su enemigo de la otra tribu, una hermosa muchacha.  Por las noches solían verse.  Pronto despertaron sospechas y un día el padre de la joven envió un mensajero a su rival, amenazándole con ejecutar a su hijo si lo descubría con su hija.  En una ocasión fue descubierto, tomado prisionero y conducido ante el enemigo.  Este ordenó que lo decapitaran en seguida, orden que se cumplió de inmediato.  La cabeza, separada del cuerpo, fue llevada a la muchacha, quien la acarició en un arrebato nervioso.  Según cuenta la leyenda, los ojos de la cabeza, aún tibia, se abrieron y dejaron escapar dos lágrimas.  Desde entonces ese valle se ha llamado Humahuaca, que quiere decir “cabeza que llora”.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Seis meses, seis, fueron los que demoraron los preparativos para tamaña empresa, aquella que, por cierto, no fue solventada por nadie más que por el propio Tschiffely. Claro que el corredero de voces sobre aquel loco devenido en héroe resultó, a lo largo del viaje, por demás positivo. La fama de este aventurero llegó hasta los periódicos, de modo que no faltaron sitios en los que fuera, junto a sus inseparables equinos, recibido con buena atención y comida. Sin embargo, la historia fue bien distinta al comienzo: montado sobre Gato -ya que Mancha hacía las veces de carguero-, don Aimé apenas fue despedido por un puñado de amigos y una lluvia que sentenció buenos augurios. Así abandonaron la porteña Buenos Aires, y así, bajo un agua que comenzaba a espesar su grosor, se dispusieron a atravesar las pampas. Llegaría luego el turno de enfilarse hacia el noroeste, dejando huella por Santiago de Estero, Tucumán y Jujuy.
AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
El trío ascendió los Andes argentinos y bolivianos, surcó los desiertos peruanos y se las vio con las nutridas selvas colombianas y panameñas. ¡Y cuánto restaba aún! La delgada América Central: Costa Rica, El Salvador, Guatemala…y bien que podría haber sido Guate peor, ya que las guerras civiles frecuentaban aquellas tierras para entonces. Hasta que, finalmente, don Aimé y compañía se adentraron ensuelo azteca. Y hasta allí llegó el amor y el cuerpito de Gato, quien, lastimado y maltrecho, abandonó la marcha. Tschiffely decide entonces resguardar a su fiel camarada, allí en México, y continuar camino junto a Mancha. Pero… ¿Cuánto más faltaba para alcanzar las luces neoyorquinas? Cada vez menos.
AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Y como si de un sueño se tratara, sueño hecho realidad al fin, la Quinta Avenida fue testigo de su arribo. Ocurrió un 20 de septiembre de 1928, a tres años y poco menos de cinco meses de la partida. El suizo y Mancha fueron recibidos por el alcalde Jimmy Walker, quien entregaría al corajudo jinete la medalla de la ciudad de Nueva York. Desde entonces, todo fue reconocimiento. Sin embargo, lejos de olvidar a sus compañeros de ruta, tras tanto agasajo, don Aimé fue en busca de Mancha -quien descansaba en Governors island, en la bahía de Nueva York-, y de Gato -aún en la localidad de St. Louis, México- para que fueran admirados por el mundo en la Exposición Internacional de Caballos, realizada en el Madison Square Garden.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Aunque bien vale decir que Mancha, Gato y Tschiffely se las han visto fuleras más de una vez. Imagine lo que habrán sido los cruces por la Cordillera de los Andes, con más de 5000m de altura y -18ºC. Y nada de caminos bien marcados eh… ¿Algún terrenito donde campar? Pues ni carpa alcanzó a llevar el suizo, ya que las que se conseguían por aquel entonces resultaban muy pesadas. Claro que el calor extremo también se torna impiadoso. Y luego del frío cordillerano, los cascos de los pobres criollos conocieron la candente arena del trayecto que unía Huarmey con Casma, en Perú, a lo largo de 30 leguas. ¡El termómetro marcaba 52º a la sombra! Sin embargo, nada iría a detener este trío de obstinados. Hasta que, ya en suelo azteca, Gato tiró la toalla. Las coses de una mula que supo llevar atada a su lado le habían herido la rodilla a punto tal de imposibilitar su marcha. Las curaciones que Tschiffely le propició durante un mes no fueron suficientes. Si hasta hubo quien le sugiriera sacrificar a la bestia. ¡De ninguna manera! A través de la embajada argentina, don Aimé envía a Gato por tren al DF y continúa su ruta con Marcha. Eso sí, una vez llegado a la capital mexicana, poco importó el recibimiento de los locales -por cierto,  ya anoticiados de las aventuras de este gaucho loco-.
AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
El jinete fue derecho al reencuentro de su fiel amigo, a quien abrazó por el cuello. Es más, dicen que dicen, que cuando Gato vio a Mancha lanzó un relincho, de puro contento nomás. Y así siguieron los tres, nuevamente unidos. Solo que la travesía Mexicana se ponía complicada, ya no por obra de la indómita naturaleza; sino por la urbanización. Imposible transitar con dos caballos por las carreteras de Saint Louis, por lo que allí quedó nuevamente Gato, a pasitos de la ansiada meta, y a cuidados de un ricachón muy afecto a los equinos.

Tras dejar los Andes, Tschiffely siguió caminando hacia Bolivia.  De allí pasó a Potosí, el altiplano, hasta llegar a La Paz.  De su andar por Potosí, quedó la referencia hacia los aimaraes, indios de ese lugar, cuyo idioma debe figurar entre los menos musicales de todas las lenguas dado que  parecen hablarlo con el fondo de la garganta y el estómago.

Después de abandonar el lago Titicaca y llegar a su desembocadura, los “tres amigos” se hallaron ante un puente, y luego de cruzarlo, entraron en la República del Perú.  Varias semanas en Cuzco, y luego en Lima, para llegar después a los arenales y desiertos de la costa peruana.  De esos penosos cruces, escribió Tschiffely esta historia:

“Contrariando la práctica de la mayoría de los viajeros de las regiones secas, no llevé agua.  Para mi uso personal disponía de una caramañola de coñac y otra llena de jugo de limón mezclado con sal.  Esta bebida resultaba muy estimulante, pero de sabor tan ingrato que nunca sentí deseos de beber mucho de una sola vez.  En cuanto a los caballos, calculé que la energía que gastarían en transportar agua, sería muy superior al beneficio derivado de beberla, así que sólo la tuvieron cuando llegamos a algún río o poblado.  Creo que mi teoría era sólida; con carga ligera ganábamos en velocidad y evitábamos que los caballos se lastimasen los lomos, porque el agua es la carga más incómoda que un animal puede llevar.  Sólo en raras ocasiones, parecieron mis caballos sufrir algo de sed”.

Al recorrer estas latitudes, el andar se hizo enteramente penoso.  Un día de marcha era compensado con dos de descanso, o tal vez más, a causa de la aridez de los caminos y los constantes desiertos.  Las noches lo sorprenderían pidiendo albergue en calabozos de comisarías, de los que el “infatigable” suizo, anotó frases como esta: “El bueno y patriota ciudadano peruano Pedro Alvarez, sufrió hambre y lloró aquí durante seis meses”.  En otra oportunidad, acampó en un cementerio y de allí, de una de las tumbas que le sirvieron de almohada, registró esto: “Aquí yacen los huesos de XX, que era un buen hombre, pero mal peleador”.

Al llegar a Olmos, después de evitar el desierto de Sechura, pernoctó en otra comisaría.  Las muchas historias que había oído, referidas a bandidos, mortandad y hambre, a pesar de no resultarle nuevas, no las vivió.  Sin embargo –contó años más tarde- la única molestia que soportó durante la noche que pasó en Olmos, fue la de numerosas ratas, una de las cuales le mordió una oreja.

La región montañosa del Ecuador, fue la escala siguiente en el itinerario del maestro.  A esta altura del relato, cabe consignar que la importancia dada por el periodismote nuestro país a la aventura, fue realmente escasa.  Algunos diario solamente se limitaron a reproducir cables de este tenor: “Llegó Tschiffely”, “Partió Tschiffely”, agregando a ello, el nombre del país de donde provenía la información.

Contrariamente con ello, las recepciones en los distintos puntos que tocaba, iban siendo más numerosas a medida que el tiempo transcurría, aumentando la magnitud de su hazaña.

En la región montañosa del Ecuador, conoció Tschiffely la historia de los indios jíbaros, que descarnadamente pintó años después en su libro:

“Habitan en el interior y son de un tipo distinto a los “runas”, que en su mayoría son agricultores o trabajan como albañiles, barrenderos, etc.  A los jíbaros s eles llama a veces “cazadores de cabezas”, pero la mayor parte de las historias que corren acerca de su ferocidad y crueldad es invención de viajeros y escritores que se sirven más de la imaginación que del conocimiento de los hechos.  Cuando el jíbaro mata a un enemigo, dispone de un procedimiento para reducirle la cabeza a un tamaño muy pequeño, sin desfigurar sus rasgos.  He visto cabezas reducidas al tamaño del puño de un hombre y una vez tuve en mis manos, la de una muchacha, la más hermosa que he visto jamás, porque parecía dormida.  Cuando me cansé de llevar tan fúnebre carga, se la regalé a un conocido, lo que no he cesado de lamentar desde entonces”.

Después de abandonar Quito, los “viajeros” cruzaron el Ecuador para llegar  a Colombia y luego a Bogotá.  Insólita aventura significó sortear el “río de los cocodrilos”, incidente tras el cual arribaron a Cartagena.  Desde allí cruzaron el canal de Panamá, a bordo del barco holandés “Crynsson”, diciéndole desde cubierta un temporario adiós a Sudamérica.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
En sus escritos posteriores Aimé Tschiffely ha puesto especial interés en demostrar a todos cómo cruzó el canal de Panamá.  Dos esclusas –Gatún y Pedro Miguel- Cada una tenían una puerta muy grande, al nivel del agua y cuando estaban cerradas, podían pasarse con un automóvil pequeño.  Todas las otras puertas de esclusas tenían caminos por donde los peatones podían caminar sin peligro.  Las de Gatún y Pedro Miguel eran frecuentemente utilizadas por el ejército para pasar caballos.  Por ahí lo hizo, utilizando el “ferryboat”.

Al hacer el cruce del canal, Mancha dio señas de estar sentido en una pata trasera.  Al examinársele, se comprobó que había un corte profundo bajo la cuartilla.  Como al llegar a Gallard el caballo estaba muy rengo, aceptó Tschiffely la hospitalidad del cuartel, permaneciendo allí hasta que Mancha curó.

Con cinchas y estribos nuevos, con alforjas nuevas también y con herraduras relucientes en sus cabalgaduras, el viaje se reinició hacia el oeste, ahora rumbo a Santiago.  Desde ahí pasaron a David y luego a Concepción, para entrar en la zona de los bosques conocidos como el “laberinto verde”.  De esta travesía escribió luego el viajero, con singular patetismo la matanza de los monos, episodio que lo hizo sentir un criminal común por haber participado de él y que lo alejó del típico plato de “mono adobado” que le ofrecieron luego.  Alejarse, claro, hasta que sintió apetito y se lanzó desaforadamente a comer monos, como jamás soñó hacerlo…

San Salvador y Guatemala fueron sucesivos mojones al cabo de meses de marcha.  En esta última, un clavo mal puesto en una herradura de Gato, le provocó un agudo abceso.  Y en Tapachulá, repetidas coces dadas por una mula atada a su lado, le dejó una rodilla imposibilitada para continuar la marcha.  Tschiffely le curó durante un mes, y al cabo se había puesto tan grave que alguien que lo vio, habló de sacrificarlo.  Inmediatamente se comunicó con la Embajada argentina en México y valiéndose de ella, lo envió por tren, continuando solamente con Mancha, que durante días lanzó lamentos por su compañero ausente, muy similares a los que éste había emitido, cuando el tren se puso en marcha camino a ciudad de México.

Para suplir la ausencia de Gato, Tschiffely adquirió dos caballos, los que luego regaló a un guía, antes de llegar a la capital azteca.  Y tras los últimos hitos, que fueron Tehuantepec y Oaxaca, entre las ciudades más importantes, llegaron a ciudad de México.

En México contrajo la fiebre malaria y después de ponerse bien y recorrer varias leguas, un fotógrafo le adelantó una gratísima sorpresa.  Montado en Mancha, no reparó en la multitud que se había dado cita para recibirlo y abriendo el círculo que formaba la gente, corrió hasta dar con un viejo conocido… Era Gato.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Tschiffely olvidó todos los agasajos en su honor y corrió a abrazarse al cuello del “amigo”, frotándole la frente, tal como lo había hecho durante interminables kilómetros.  Cuando Gato vio a Mancha, lanzó un relincho bajo, abrió sus fosas nasales y movió un poco el belfo superior.  Los dos caballos se unieron, en tanto Tschiffely comprobó que el accidente no le había dejado marca alguna.

La travesía mexicana duró algunas semanas y al cabo de ellas cruzó el puente internacional de Laredo, encaminándose hacia los Estados Unidos.  Los “tres amigos” recorrieron casi al trote Texas, Oklahoma y los Ozarks hasta St. Louis. Allí dejó nuevamente a Gato, dado que era imposible viajar con dos caballos por carreteras de intenso tránsito.  El noble Gato quedó esta vez en poder de un hombre rico y muy afecto a los caballos.

Después de cruzar el río Misisipi, siguieron por Indianápolis, Columbia a través de las montañas Blue Ridge y las llanuras de Cumberland, hasta que una aparición en el horizonte, hizo despertar a Tschiffely de su largo y fatigoso sueño de más de dos años.  Allí, muy cerca, se alzaba la cúpula del Capitolio de Washington.

La idea primitiva del esforzado raidista fue concluir su peregrinaje en Nueva York, pero luego de experimentar dos accidentes con automóviles en los caminos de Washington, donde permaneció unas semanas, resolvió dar por concluida allí su aventura.  Embarcó a Mancha hacia Nueva York y ambos hicieron la travesía en ferryboat.  El caballo quedó alojado en Fort Jay, en Governor’s Island y el jinete aceptó la invitación del Club del Ejército y de la Armada, instalándose allí.  Días después fue recibido en el municipio neoyorkino por el alcalde Jimmy Walker, quien le confirió la medalla de la Ciudad de Nueva York, en una ceremonia a la que asistió el embajador argentino, doctor Manuel E. Malbrán.

“Decidí abandonar una lucha tan despareja con la naturaleza, renunciar al raid y desaparecer, irme a cualquier parte aceptando la razón y los pronósticos de mi fracaso. Pero en esos momentos recordé al doctor Octavio Peró, del que había aceptado una amistad incondicional y al cual había prometido llegar a Nueva York o quedar en el camino, recordé a La Nación, que seguía en sus crónicas la trayectoria de mi raid, comprometiéndose con su apoyo moral y sobreponiéndose a todas las ironías y a las mofas con que acogió mi propósito la mayoría de los periódicos, recordé a Emilio Solanet que me regaló los caballos y que me dijo: Si usted no afloja, mis criollos llegan. Y con todo este bagaje auspicioso de cariño y con la fuerza que desde Buenos Aires me enviaban mis amigos, sentí como si una voz me dijera: Seguí, gringo, levantate. Y seguí, seguí enfermo. Como hipnotizado veía a Nueva York y mis nobles caballos me siguieron”.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Entrada a New York con la celeste y blanca en el pecho

Y Aimé Félix Tschiffely llegó un día a la Gran Manzana. Fue el 22 de setiembre de 1928; es decir 3 años, 4 meses y 6 días después de su partida. Y lo hizo tras recorrer 21.500 kilómetros marchando a un promedio de 46,2 kilómetros por día y descansando en 504 etapas diferentes.
Pero Félix no llegó a tierra norteamericana con sus dos amigos, ya que el pobre “Gato” tuvo que quedarse varado en México al ser lastimado por la coz de una mula.
Por eso al entrar en Nueva York triunfantes por la Quinta Avenida, el tráfico paró en homenaje al jinete y su caballo, a aquellos amigos que habían recorrido las tres Américas cubriendo una superficie que ningún conquistador español siquiera imaginó. La gente se detuvo en honor a ese animal blanco de manchas oscuras y a ese hombre que llevaba una escarapela celeste y blanca desconocida en el pecho; en honor a ese dúo tan particular que ahora atravesaba la arteria más importante de Manhattan rumbo al Palacio Municipal. Allí los recibió el alcalde Mayor Walker, quien ante el Embajador argentino (el doctor Manuel Malbrán) le entregó a Aimé Félix la Medalla de Oro de la ciudad y desde entonces, desde aquel 20 de septiembre, en toda la Argentina se celebra el Día Nacional del Caballo.

En el lomo habían quedado más de 1200 días y sus respectivas noches; 20 naciones atravesadas y un derrotero digno de su sangre, de su raza. Criollo y argentino, Mancha se abrió paso con moño celeste y blanco sobre su pecho, la condecoración de una hazaña cumplida. Esa que también reclamaba su merecido y triunfal regreso, ocurrido un 19 de diciembre de 1928: “Ahí están Gato y Mancha. Han sufrido más este regreso por mar, que en el largo e inacabable viaje por tierra. ¡Pobrecitos! Me ofrecieron una pequeña fortuna por ellos en los Estados Unidos, pero no los quise vender. Hay una cuestión de moral que es superior a los dólares. Ellos debían ser también partícipes de este homenaje y el descanso que se merecen, deben tenerlo aquí, en la Argentina” ¿Qué cómo habría de titular el diario Crítica estas declaraciones? “¡Tschiffely: mozo jinetazo, ahijuna!”.

Luego de los agasajos que le brindaron en Nueva York, Tschiffely se dirigió en busca de Mancha y posteriormente de Gato que estaba en St. Louis, permitiendo que ambos ejemplares fueran exhibidos durante diez días en la Exposición Internacional de Caballos, que se realizó en el Madison Square Garden.

De regreso a Washington, el presidente Calvin Coolidge le confirió el honor de recibirlo en la Casa Blanca.  En su transcurso, le felicitó por el buen éxito de tan singular hazaña y el dejó en manos del primer ciudadano estadounidense unas hermosas boleadoras en nombre del Club de Oficiales Retirados del Ejército y la Armada argentinos.

La fortuita causa de ser invitado por la Sociedad Geográfica Nacional (National Geographic) para pronunciar una conferencia en Washington sobre su viaje, salvó la vida de Tschiffely, Gato y Mancha.  Puesto que al demorarse la partida hacia Buenos Aires, despreció tomar pasaje en el “Vestris”, que días más tarde provocara con su naufragio, la muerte de más de cien personas.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Por un momento dejamos las andanzas del “gaucho” Tschiffely en Estados Unidos, para explicar cómo se recibió la noticia en nuestro país.  En sus ejemplares del jueves 30 de agosto de 1928, “Crítica” titulaba: “Mancha y Gato han terminado su viaje”.  Y en la misma edición del “Tábano”, en la cual se comentaba que el doctor Marcelino Ugarte volvía a alejarse de la política, por prescripción médica; que en el Teatro Nuevo de la calle Corrientes (Actualmente en dicho predio se halla el Teatro Gral. San Martín), Roberto Casaux ofrecía el estreno de “No se jubile, Don Pancho” y que Pascual Contursi había sido internado de gravedad en un sanatorio metropolitano, en esa misma edición, pudo leerse: “Tschiffely dijo al llegar, una sentencia que fue definitiva: Sólo el caballo criollo podía resistir esta prueba”.

Las declaraciones de Timoteo Usher, vocal de la Asociación de Criadores de Criollo, se publicaron al día siguiente:

“El caballo criollo come cualquier clase de pasto, no necesita de granos seleccionados como los caballos extranjeros y resiste sin cuidados las amenazas del campo.  Tschiffely lo ha demostrado con las descripciones que nos hace de sus largas incursiones por insanos lodazales, el accidentado cruce de los ríos, las terribles odiseas por los bosques tropicales, el ataque de insectos dañinos, la potencia del sol meridional y el frío atenaceante de las cumbres andinas.  Todo coopera a darnos la sensación de la heroica hazaña”.

El 1º de diciembre de 1928, los “tres camaradas” embarcaron en el paquebote “Pan America”, de la línea Munson –hubo una deferencia especial hacia ellos y por primera vez viajaron animales en el paquebote- rumbo a Buenos Aires. Tocaron Río, Santos y Montevideo en sucesivas escalas, hasta que por fin, el miércoles 19 de setiembre, a las 12.30 hs, el poco público que se congregó en la Dársena Norte de nuestro puerto, pudo vitorear el nombre de Tschiffely, cuando éste asomó sobre la planchada del “Pan America”.  Lidia M. Schneider, admirable jinete de aquellos años, se adelantó para entregarle un ramo de flores.  Seguidamente una comisión de la Sociedad Rural Argentina y otra de la Sociedad de Retirados del Ejército le testimoniaron su admiración:

“Si me dieran mil millones no vuelvo a repetir el viaje.  He recorrido unas 10.000 millas.  Se sufre enormemente debido a la falta de alimentación y a los pésimos alimentos que uno encuentra en el trayecto.  Yo tengo el estómago deshecho. Gato y Mancha no tienen vejiguillas ni sobrehuesos.  Este triunfo es de la capacidad del caballo criollo y también, si se me permite, el del carácter”, expuso en breve reportaje.  Luego prosiguió diciendo:

“Soy cervecero, es decir de la patria chica de Victorio Cámpolo, de Quilmes.  Estoy sumamente satisfecho, aunque a veces, pienso si no sería todo un sueño, dada la diversidad de impresiones que he recogido durante el raid.  Ahí están Gato y Mancha.  Han sufrido más este regreso por mar, que en el largo e inacabable viaje por tierra.  ¡Pobrecitos!  Me ofrecieron una pequeña fortuna por ellos en los Estados Unidos, pero no los quise vender.  Hay una cuestión de moral que es superior a los dólares.  Ellos debían ser también partícipes de este homenaje y el descanso que se merecen, deben tenerlo aquí, en la Argentina”.  Cómo no iba a titular “Crítica” estas declaraciones: “¡Tschiffely: mozo jinetazo, ahijuna!”.

En cuanto terminaron las recepciones oficiales y amistosas, el doctor Emilio Solanet llevó a los caballos a sus pagos de Ayacucho.  Alguien propuso dejarlos en el Jardín Zoológico de la Capital, donde la gente pudiera desfilar ante ellos, pero Tschiffely se opuso, considerando que era mucho mejor y más humanitario, permitirles que pasaran los últimos años de vida en “El Cardal”.  Y allí marcharon, donde permanecieron el resto de sus vidas. Mancha y Gato dirían adiós a los 40 y 36 años de edad, respectivamente. Aunque con un pasaje a la inmortalidad bien ganado. Sus cuerpos, hoy embalsamados, pueden visitarse en el Museo de Transportes del Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo, en la ciudad de Luján. Sí, sí. Recuerda bien, allí donde recaló un famoso virrey en fuga. Sólo que Gato y Mancha lejos han estado de cobardía alguna. Lo suyo ha sido la valentía, ese designio de sangre criolla que han cumplido con creces

Aimé Tschiffely partió poco después para Europa y luego de recorrerla en todas direcciones, escribió varios libros.

El 21 de diciembre de 1933 se casó con Violeta Hume, nacida en Buenos Aires, de ascendencia escocesa-francesa, gran música.  “Un día – dice Tschiffly- Robert Cunninghame Graham me la presentó en una fiesta, habían sido amigos durante muchos años”.

Llegó a convertirse en autor de éxito, fueron obras suyas: “De Tschiffely Ride or The Ride o Cruz del Sur a la Estrella Polar” (1933); “Brida Caminos: la historia de un viaje a través de la Inglaterra rural”  (1936) Viaja a través de Gran Bretaña a caballo, una mirada poética a una Gran Bretaña desaparecida; “Don Roberto: La vida de R B Cuninghame Graham” (1937); “Coricancha (jardín de oro) Descubrimiento del Perú y de la conquista del imperio Inca” (1943); “Este camino hacia el sur”  (1945), narra el viaje en coche hasta la Tierra del Fuego y el emotivo reencuentro con sus dos caballos Mancha y Gato; “Ming y Ping” (1948); “La historia de dos caballos” (1949). La historia del viaje desde el punto de vista de sus dos caballos, Mancha y Gato. “Matt Cass - la historia de un hombre del norte” (1953); “Bohemia Junction”(1951). Una biografía de 40 años de viajes y aventuras; Ronda y cerca de España” (1952)

Volvió a la Argentina luego de 18 años de ausencia y una de sus primeras visitas la hizo a la estancia “El Cardal”.  No es difícil de imaginar el nudo en la garganta que habrá experimentado el suizo al llegar hasta Ayacucho, ese nudo que le ataba en la voz el miedo y la esperanza. Entonces Félix se baja en la entrada de “El Cardal”, ve la llanura infinita y desde la tranquera y como si llamara a fantasmas, lanza un silbido, el mismo con el que los llamaba a sus potros que pastaban en la madrugada para seguir viaje rumbo a Nueva York. Y hete aquí que a los pocos segundos y como desprendidos de la nada o de algún pedazo del horizonte que no es la región borrosa del olvido, se le acercaron al trote dos siluetas de caballos que luego empezaron a correr hacia el jinete: eran “Gato” y “Mancha” que iban al encuentro de su querido amigo. Aquellos nobles animales después de muchísimos años no lo habían olvidado.

Fue la última vez que se vieron, porque al poco tiempo el “gaucho Tschiffely” regresó a Europa.  En la segunda guerra mundial fue voluntario de la defensa y luchó en Londres.  Cuando cesó la contienda, se fue a una casita de las afueras de la ciudad y allí escribió dos libros más: el relato de su aventura por América y una biografía de su amigo Robert Cunninghan Graham, “don Roberto”, como lo llamaban cariñosamente los paisanos, otro enamorado de esta tierra, cuyo cariño por ella le llevó a escribir sobre la Argentina páginas llenas de vida y colorido.  El mismo Cunningham que después de varias décadas de ausencia quiso conocer a Gato y a Mancha y que viajó hasta “su querencia”, como solía llamar cariñosamente a la Argentina, trayendo desde Escocia dos bolsitas de avena.  La muerte lo sorprendió aquí y al ser conducidos sus restos a bordo para ser repatriados, Gato y Mancha lo acompañaron.  Desde entonces, descansa en la abadía de Menteith.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
Gato murió en 1944, a los 35 años de edad.  Mancha lo sobrevivió tres años más, hasta el 24 de diciembre de 1947.  Los dos “amigos” de Tschiffely están ahora en el Pabellón de Transportes del Museo de Luján. Gato conserva la montura de aquella memorable travesía y mancha los arreos de carga.  A ambos lados de la vitrina que los guarda, puede leerse: “Gato y Mancha – Estos famosos caballos criollos, realizaron en 1925 la memorable marcha Buenos Aires-Nueva York.”

El doctor Emilio Solanet ordenó su embalsamamiento, tarea que efectuó el taxidermista del Museo de la Plata, doctor Ernesto Echevarría con su ayudante Emilio Risso.  Frente a la enorme vitrina que los expone hoy a la admiración del público, se observa un óleo de Luis Cordiviola, reproduciendo sus figuras en el medio de la pampa.

El 5 de enero de 1954, un cable trajo la noticia desde Europa: “En una clínica londinense, víctima de una afección renal, murió Aimé Tschiffely”.  En efecto, diez días antes de la Navidad de 1953, Aimé Tschiffely se dirigió al hospital de Mile End en Londres para realizarse una intervención quirúrgica menor, muriendo inesperadamente debido a una complicación surgida durante la operación.  Inmediatamente se integró una comisión con Carlos A. Hogan, entonces ministro de Agricultura y Ganadería de la nación, el Dr. Antonio J. Benítez, presidente de la Cámara de Diputados y los señores Luis Lacey, Justo P. Sáenz y Emilio Solanet, para lograr que sus cenizas reposaran en la Argentina.  Sus deudos aceptaron el ofrecimiento y el 13 de noviembre de ese mismo año, la urna pequeña, portadora de las cenizas, de aquel suizo enamorado de nuestras pampas, marchó por las calles de Buenos Aires en ancas de un caballo gateado, llevado de tiro por el jinete Jorge Molina Salas.

AIMÉ TSCHIFFELY, MANCHA Y GATO ¡Hazaña! De Buenos Aires a Nueva York a caballo
La caravana encabezada por el teniente 1º Tiburcio Aldao, e integrada por motociclistas del cuerpo de cadetes de la Escuela de Policía, cadetes del Colegio Militar, charanga de la policía montada, abanderado con su escolta, paisanos con lanzas de caña tacuara en la diestra, la comitiva oficial a caballo, representantes de clubes hípicos, miembros de agrupaciones tradicionalistas, jinetes y motociclistas de la sección Tránsito, partió desde la plaza Intendente Seeber, en el parque Tres de Febrero, tomando por avenida del Libertador hasta Junín y desde allí se dirigió hacia la Recoleta.

Un toque de atención llamó a silencio, y el ministro Hogan dijo entre otras cosas: “..El dilatado y dificultoso peregrinaje de Tschiffely, montado indistintamente en esos dos caballos criollos, tuvo, además, otra característica que se ha señalado y exaltado con justicia.  Aquella proeza sirvió para demostrar las condiciones inigualables de resistencia, sobriedad y adaptación que distinguen a esa raza equina, protagonistas principales, con su jinete, de tan extraordinaria hazaña, como lo fueron en la gran aventura de la conquista, en las luchas de la emancipación y en las campañas del desierto…”.

Tras los discursos se hizo un breve silencio frente a la tumba, donde formaron guardia de honor los Granaderos a caballo y luego se depositó la urna, colocándose una placa.

Dice Hernán Ceres: “Cada vez que las circunstancias me llevan al viejo cementerio de la Recoleta, me detengo frente al sitio donde descansa de sus largos viajes Aimé Félix Tschiffely..  Mientras pienso en la grandeza de su hazaña, me parece oír desde lejos frases de una composición de Cunningham Graham, idealizando un paraíso equino, en donde los “tres amigos” han vuelto a reunirse y “…donde todo será dulce, sano e inocente, para que a la sombra de algún celestial ombú, frondoso y ancho, en las horas de la siesta dormiten juntos y de cuando en cuando comenten –porque entonces habrá caído la barrera del lenguaje- los incidentes de su azaroso viaje por el suelo de las Tres Américas”.

Las cenizas de Tschiffely permanecieron en el cementerio de la Recoleta hasta 1998, cuando fueron llevadas a “El Cardal” y depositadas en un sencillo monumento.  Y allí descansan los tres, juntos otra vez, seguramente imaginando nuevos viajes.

Día Nacional del Caballo

En 1999 el Congreso de la Nación Argentina aprobó una ley declarando Día Nacional del Caballo cada 20 de setiembre, en conmemoración a la histórica jornada del año 1828 en que Tschiffely, arribó a la ciudad de Nueva York, dando fin a su increíble travesía.

Hoy, se encuentran embalsamados, en exposición en el Museo de Lujan. Aimé Félix Tschiffely murió el 5 de enero de 1954 y su último viaje lo realizó el 22 de Febrero de 1998, cuando sus cenizas abandonaron el cementerio de la Recoleta y fueron sepultadas en el campo que su amigo Solanet tenía en Ayacucho. Su libro mas famoso fue Tschiffely's Ride (1933), en cual escribe sus aventuras para llegar a los Estados Unidos, por tierra.

En conmemoración de la fecha en que los nobles caballos Mancha y Gato , entraron en la Ciudad de Nueva York, el Honorable Senado de la Nación Argentina y la Cámara de diputados, han designado el día 20 de septiembre de cada año como el Día Nacional del Caballo . Y finalmente, otro dato que se suma a la historia, es que en el Museo Almirante Brown hay un libro que lleva la firma de Emilio Solanet, y que está dedicado a esa institución cultural quilmeña.

Fuente
Affolter, Benno – Sitio oficial de Aimé Tschiffely
Ceres, Hernán – De Palermo a la Casa Blanca.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Fernández Alt, Mariano – Tschifelly, Mancha y Gato: Tres amigos inseparables.
Portal www.revisionistas.com.ar
Todo es Historia – Año III, Nº 25, Mayo de 1969.
Tschiffely, Aimé Félix – Long Rider
Affolter, Benno  Tschiffely Biografía. Suiza 
 http://www.thelongridersguild.com/Heroes.htm
 http://www.aimetschiffely.org/welcome.htm
 http://www.abchoy.com.a


Se permite la reproducción citando la fuente: http://www.revisionistas.com.ar/