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viernes, 22 de febrero de 2019

FORTIN SAN LORENZO DE NAVARRO



FORTIN SAN LORENZO DE NAVARRO
Escondidos en la historia de antiguos tiempos, los “pagos de Navarro” deben su nombre al encomendero Capitán Miguel Navarro, militar español que acompañó a Juan de Garay en su derrotero conquistador y que se habría asentado en estas latitudes, al margen de un bañado natural para parlamentar y negociar pacíficamente con la indiada que poblaba la zona, y en su posterior establecimiento como pueblo adoptó el nombre del paraje, dado por el apellido de quien dieciocho décadas antes había pisado estas tierras en representación de la corona española.
Así, después de casi dos siglos de que estas tierras se conocieran por “los pagos de Navarro”, el poblado nace de las entrañas de un fortín que tuvo como misión el proteger y resguardar el ganado vacuno de los hacendados del Cabildo de Luján, y la valerosa y arriesgada tarea de formar parte de una línea de guardias y fortines que frenaran las pretensiones saqueadoras del indio.
La laguna natural, por entonces servía de abrevadero para el ganado cimarrón, capital valioso de los hombres del virreinato, que muchas veces era perseguido, asediado y arriado por los malones a sus dominios indígenas.
El historiador mercedino Ricardo Tabossi nos dice:
“No será épico, pero las avanzadas de la civilización sobre el desierto siguieron, con sus líneas de frontera y fortines, la marcha de los ganados. En este sentido, la línea de frontera no fue más que un vasto cerco, un gigantesco corral levantado paras encerrar la vaca. Este peregrinar de las reses explicará la fundación de Navarro. Así entonces, la seca de 1767, más la proximidad del invierno determinó al comandante del Regimiento de Dragones Provinciales Juan Antonio Marín, a cuyo cargo estaba la frontera de Luján, a solicitar al gobernador Bucarelli el 30 de abril, la fundación de una guardia en Navarro.
“Señor, hallándonos con la penalidad que nos ha ocasionado la dilatada sequía, pues hace algunos meses que se padece el beneficio del agua, con cuyo motivo y el de ir apretando los fríos, los más ganados se han retirado fuera de las fronteras, de modo que se hallan hoy a distancia de ocho o nueve leguas… y encontrando modo de precaver este daño es poniendo en una laguna llamada Navarro, la guardia que está en la frontera de Conchas, a cuya guardia se le agregarán los mismos vecinos interesados, con lo que se hará un número de ochenta o cien hombres con el cual podrán soportar cualquier extorsión que intente el enemigo y al mismo tiempo que se repara este daño con mayor facilidad podrán correr la campaña”.

La transcripción corresponde a la carta enviada con fecha 30 de abril de 1767 por el Comandante del Regimiento de Dragones Provinciales Juan Antonio Marín al Gobernador Bucarelli, documento que certifica que en tal fecha se expresó la primera voluntad de establecimiento del fortín y guardia, hecho que se acredita por documentos inmediatamente posteriores.
Así, lastimosamente pertrechados, dieciséis milicianos iniciaron el epopéyico camino que nos condujo a ser pueblo. Claro está que no fue fácil para ellos ni para sus contemporáneos plantar raíces en tan inhóspita realidad.
En oportunidad de una inspección once años después de su establecimiento que pretendía trasladar sus instalaciones a otro lugar fronterizo, el Fortín de la Guardia de San Lorenzo de Navarro presentaba este estado: “…mal corral de ganado, pues entre palo y palo cabe un hombre perfilado; y entre muchos de ellos, de frente. El foso quedó a los principios, pues apenas hay hecha una cuarta parte de él, y tan accesible que se puede pasar a caballo, y lo que es peor es que no se puede hacer sin mudar el corral que está siguiendo la misma palizada del fuerte sobre todo el frente de su retaguardia…..no hay aquí más vivienda que un rancho para treinta hombres y uno pequeño,,,..pero tan estropeados que sólo defienden del sol”.
Luego de la inspección, en 1779, el virrey decide no trasladar a la Guardia de Navarro y reparada sus precarias instalaciones, la Guardia pasa a denominarse Fortín San Lorenzo de Navarro.
Ese fue el inicio. Ese fue el principio de Navarro. Agreste y fortinero.
El virrey Vértiz decide establecer poblados en torno a cada uno de los fortines de línea y comisiona al oficial Juan José de Sardén para tal fin. El oficial Sardén es quien en el año 1782 eleva la recomendación de dotar de vecindario al Fortín San Lorenzo de Navarro, cuestión que se fue cumpliendo en los primeros años, ya que n el año 1797 el vecindario ya estaba formado y organizado pero todavía dependía del Cabildo de Luján.
El 1º de Enero de 1798 San Lorenzo de Navarro es declarado Partido, se fijan su límites y se lo dota de gobierno propio al crear la primera Alcaldía de Hermandad, siendo el primer Alcalde el Sr. Juan Miguel de Leiva. El cargo de Alcalde de Hermandad estaría vigente hasta el año 1821, año en que se disuelven las Alcaldías para dar lugar a los Juzgados de Paz.
En el año 1825, el vecindario ya estaba compuesto por unos treinta ranchos, se trazan los límites del ejido pueblo y comienza a funcionar la primera escuela pública exclusiva para varones, luego de once años ésta deja de funcionar por carecer del sustento de las autoridades provinciales. Se restablece en su función recién en el año 1854, en el mismo año también inicia la primera escuela para niñas.
Tres años después, en 1857, el céntrico cementerio, que se encontraba a la vera de la capilla, es removido y construido en el predio donde funciona actualmente.
Llega el año 1870 y el ejido de Navarro toma forma definitiva al quedar marcada la traza del pueblo con sus calles, manzanas y quintas.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal Navarro Para Todos
Portal www.revisionistas.com.ar
Tabossi, Ricardo – Sobre los más remotos orígenes de Navarro - Junta de Estudios Históricos de Navarro, Imprenta Amanecer, 1987.
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar


miércoles, 31 de octubre de 2018

FRANCISCO DE BIEDMA Y NARVÁEZ FUNDADOR DE VIEDMA Y CARMEN DE PATAGONES


FRANCISCO DE BIEDMA Y NARVÁEZ FUNDADOR DE VIEDMA Y CARMEN DE PATAGONES


FRANCISCO DE BIEDMA Y NARVÁEZ FUNDADOR DE VIEDMA Y CARMEN DE PATAGONES
Francisco de Biedma y Narvaez (también conocido como Francisco de Viedma), nació en Jaén el 11 de junio de 1737, día de Ntra. Sra. Virgen de la Capilla.

Sus padres fueron don Andrés de Fernández Viedma y Narvaez y doña Luisa Feliciano Bordejo y Fajardo.

Casado con doña María Teresa Gallegos y Godino, no tuvieron hijos por las obligaciones de su cargo y se mantuvo separado por espacio de 30 años de ella, quien quedó en España. En nuestro territorio, se conservó soltero y no dejó descendencia.

FRANCISCO DE BIEDMA Y NARVÁEZ FUNDADOR DE VIEDMA Y CARMEN DE PATAGONES
Biedma formó parte de la expedición organizada por el virrey Juan José Vértiz y dirigida por Juan de la Piedra, cuya finalidad era la construcción de fuertes y colonias en el sector de las costas patagónicas.

La expedición partió de Montevideo el 15 de diciembre de 1778 y arribó el 7 de enero de 1779 en el golfo de San José, ubicado en la costa nórdica del istmo de la península de Valdés, parte meridional del gran golfo San Matías, en la costa patagónica argentina central.

El jefe expedicionario, Juan de la Piedra, estableció una guarnición que dejó al mando de Biedma para que se encargase de la construcción de un poblado, llamado Fuerte de San José que duraría hasta 1810.

Llevó a cabo varios viajes de reconocimiento por la región comprendida entre la península Valdés y la desembocadura del río Negro.

Francisco de Biedma, junto con el marino y explorador español Basilio Villarino, ordenó la construcción de un fuerte entre el 22 y 23 de abril de 1779, en el margen derecha del río Negro, al que dio por nombre Mercedes de Patagones.

La crecida y desbordamiento del río en junio de ese año provocó el traslado del fuerte, aunque no del pueblo surgido a su alrededor, a la margen izquierda, donde el terreno era más elevado; el nuevo fuerte se llamó Carmen de Patagones. Así, surgieron en la desembocadura del río Negro dos poblaciones con nombre parecido. El 21 de octubre de 1878 el primer gobernador de la Patagonia, Álvaro Barros, determinó que Mercedes pase a designarse Viedma en memoria del ilustre marino.

En junio de 1785, fue nombrado gobernador de la nueva Intendencia de Cochabamba que incluía a la de Santa Cruz de la Sierra. En la ciudad de Cochabamba fue donde falleció y en donde se encuentra actualmente su sepulcro. 

FUENTE: http://noticiasnet.com.ar/134-especiales/19726-francisco-de-biedma-y-narvaez-fundador-de-viedma-y-carmen-de-patagones


jueves, 25 de junio de 2009

Anécdotas sobre virreyes del Río de la Plata

Anécdotas sobre virreyes
Sólo dos de los once representantes de la corona se encuentran enterrados en Buenos Aires
En los treinta y tres años, o poco más, corridos desde la creación del Virreinato del Río de la Plata el 1º de agosto de 1776 hasta mayo de 1810, once virreyes -uno sólo americano (Vértiz) y otro francés (Liniers)- mandaron en Buenos Aires. Pero en esta plaza consiguieron escasa memoria popular. La carencia resulta inevitable de saber que casi no se estimula la memoria de algunos próceres: menos aún despiertan curiosidad los mandatarios coloniales. Las pocas huellas de los representantes de la corona tampoco suelen alimentar la base de datos del actual turismo urbano.
Pero a espaldas de un monumental hotel del barrio de Monserrat, a metros de la Avenida de Mayo, está enterrado el quinto virrey en estas tierras y el primero que falleció en América tras ocupar el sillón de don Pedro de Cevallos, aquel militar que fue gobernador de Buenos Aires en 1756 y años después preludió su primer virreinato con la derrota a los ejércitos lusitanos de O Desterro en Santa Catalina y de Colonia del Sacramento.
El sepulcro de don Pedro de Melo de Portugal y Villena está -desde el 22 de abril de 1797- en el costado derecho del altar de San Juan Bautista, la antigua iglesia de la esquina de Alsina y Piedras, que en la actualidad abre sus puertas por la mañana.
Las guías turísticas capitalinas no incluyen este dato tan poco conocido como la accidentada muerte del virrey y su aún más curiosa exhumación. El dato de su entierro en Buenos Aires se rastrea en viejos repertorios y en las Memorias curiosas que suscribió Juan Manuel Berutti. Más recientemente figura en Buenos Aires, ciudad secreta, de Germinal Nogués, que señala a Melo como único gobernante de aquel entonces sepultado en Buenos Aires. Pero los registros de Berutti de 1804 detallan con precisión la enfermedad y muerte del octavo virrey: Joaquín del Pino y Rozas, Romero y Negrete.
Berutti anotó que el 9 de abril de aquel año, la gravedad del ilustre enfermo hizo que el flamante obispo Benito de Lué y Riega llevara los santos óleos bajo palio -y en compañía de toda la clerecía, Cabildo eclesiástico y el secular junto con la Real Audiencia en pleno, cuerpo que ese mismo día decretó asumir el mando- hasta la cama del moribundo. Luego Berutti dice que "en abril 11 falleció el excelentísimo señor virrey y fue enterrado el 13 por la mañana en el panteón de la Santa Iglesia Catedral" (actualmente en la cripta de ese templo mayor). Del Pino fue suegro de Bernardino Rivadavia.
Pero la muerte asechó al virrey Melo siete años antes de la agonía del virrey Del Pino. Había decidido defender la banda oriental del río y la recorrió in extenso -beneficiándose incluso con el clima benigno de la hoy Punta del Este-, pero en el camino de regreso a Montevideo -cerca de Pando- tuvo un grave accidente de cabalgadura. Postrado y persuadido de que se acercaba su agonía, rogó se lo enterrara en el porteño templo de las Capuchinas. Allá murió el 15 de abril de 1797, se lo revistió con el hábito de Santiago y fue embarcado. El 22 se lo enterró en San Juan Bautista. En su lápida hoy se lee: "Aquí yace, por afecto a las vírgenes esposas de Jesucristo, el Exmo. Señor D. Pedro Melo de Portugal y Vilena", extenso epitafio que remata asegurando que vivió 63 años, 11 meses y 16 días.
Ciento trece años después, durante el Centenario, el capellán Pedro Sardoy descubrió un camino de hormigas contiguo al patio del convento (donde se dice que enterraron a defensores y enemigos tras los combates de la Segunda Invasión Inglesa, ya que el lugar fue entonces "hospital de sangre"). Sardoy descubrió que el camino de las hormigas provenía del sepulcro virreinal. Exhumado el virrey -lo publicó Julio A. Luqui Lagleyze y lo reprodujo B. Lozier Almazán en su Martín de Alzaga- se descubrió que provenían de la calavera del encumbrado occiso. El esqueleto de las manos sostenía una espada de oro y plata que, retirada, se fundió en una patena de celebración sacramental.
Siete virreyes rioplatenses murieron en España, dos en Buenos Aires, y Liniers, fusilado en Cabeza de Tigre el 26 de agosto de 1810, fue rescatado para cruzar el océano en demanda del Panteón de los Marinos Ilustres de San Fernando, provincia de Cádiz.
El catalán Gabriel de Avilés, único que asumió dos virreinatos, séptimo virrey rioplatense que tuvo varias y sucesivas funciones en Chile y también había actuado en el Perú contra la insurrección de Túpac Amaru, asumió tardíamente en Buenos Aires el 14 de marzo de 1799 y su gobierno fue breve. En marzo de 1800 falleció el virrey del Perú Ambrosio O'Higgins -padre del prócer chileno- y la corona hizo un enroque: mandó a Avilés en su reemplazo a Lima y trajo de la gobernación de Chile a Del Pino para asumir en Buenos Aires. Pero Avilés dejó su trono peruano en 1806, aunque residió en Lima hasta 1810 cuando se embarcó hacia España (según lo cuenta el autor Sigfrido Radaelli). Estaba a bordo cuando se sintió enfermo de gravedad y desembarcó en Valparaíso. Allí murió el 19 de setiembre de aquel año del proceso revolucionario.
Los edificios donde transcurrieron episodios de la vida de estos personajes han desaparecido, a excepción de la casa de Sobremonte, en Córdoba, su sede de gobernador antes de su virreinato. En la porteña calle Bolívar 553 existió hasta 1920 la casa que alquiló la familia de Cisneros (sordo desde que combatió heroicamente en Trafalgar) después de ser defenestrado por los patriotas.
Quizá la casa de mayor significación en la historiografía de la ciudad haya sido la Casa de la Virreyna Vieja del siglo XVIII que mucho tiempo sobrevivió en la esquina noroeste de Perú y Belgrano, y que ocupó la viuda del virrey Del Pino, doña Rafaela de Vera y Muxica (terminó siendo el montepío ciudadano).
Los virreyes consiguieron por lo menos memoria permanente en la toponimia de Buenos Aires, un damero de calles entre las estaciones Belgrano R y Colegiales, donde se recuerda a Loreto, Arredondo, Olaguer y Feliú, Del Pino y Avilés. Liniers tiene calle entre Once y Boedo, y Vértiz logró una avenida que lame la barranca de Belgrano. Cisneros, en cambio, mereció apenas un pasaje en La Paternal, un sándwich que le hacen las calles Caracas y Gavilán al 1600.
Por Francisco N. Juárez
Para LA NACION
Citar Fuente: "www.elhistoriador.com.ar"

Virreyes