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viernes, 28 de octubre de 2016

EL ESPIRITU REVOLUCIONARIO EN LA EPOCA PREVIA A MAYO DE 1810

EL ESPIRITU REVOLUCIONARIO EN LA EPOCA PREVIA A MAYO DE 1810


Juan Martín de Pueyrredón

En su libro “Recuerdos de un vecino de Buenos Aires durante mayo de 1810” Tomás Guido nos relata esta interesante anécdota sobre la prisión de Juan Martín de Pueyrredón por orden del Virrey Cisneros

“Hízose entender al virrey que se fraguaba una conspiración, a que estaba afiliado don Juan Martín de Pueyrredón, reputado entre los españoles por partidario acérrimo de la independencia. Decretóse su prisión y transporte a España. Desde entonces ningún patriota se consideró seguro. Para que se forme idea de la impresión que produjo la conducta del virrey, bueno será recordar la importancia del personaje sobre el cual habían recaído sus sospechas. La popularidad de aquel distinguido argentino venía desde su intrépida decisión a levantar un cuerpo de caballería para concurrir con él a la reconquista de su ciudad natal, sorprendida en 1806 por una división británica. Además de eso sus maneras afables y su gentil porte dábanle un ascendiente entre sus patriotas, que Cisneros, por inspiración propia o ajena, creyó deber cortar enviándole a España bajo partida de registro.
 doña Juana Pueyrredón de Sáenz Valiente
Y aquí es el caso de narrar un acontecimiento que a la par de una grande acción, revela juntamente los progresos del espíritu revolucionario, que en vano se pretendía ahogar en germen. Apenas circuló la noticia de hallarse preso Pueyrredón en el cuartel de Patricios su hermana doña Juana Pueyrredón de Sáenz Valiente, matrona de altas prendas, se le presentó a las guardas que le custodiaba, y que con la elocuencia del alma, y con palabra fácil é insinuante, rodeada de oficiales y soldados, increpóles de servir de instrumentos de la tiranía contra un paisano, sin otro crimen que su entusiasmo por la libertad de su patria. "Consentiréis - les dijo - que sea sacrificado vuestro compatriota y amigo por la cruel injusticia de un gobernante? ¿Consentiréis que sea expulsado de su país, tal vez para siempre, sin hacerle un cargo, sin oírle y sin juzgarle? ¡No, Patricios! ¡Dejad que huya mi hermano, si no queréis haceros cómplice de una iniquidad que amenguaría vuestra fama!"

La tropa escuchaba silenciosa éstas y otras razones; los oficiales hablábanse en secreto, fijando la vista llenos de admiración y de respeto en aquella ilustre Argentina. En sus semblantes traslucían fácilmente la impresión del espíritu y su resolución tomada de libertar al prisionero. Dos horas después de esta escena, evadíase el comandante Pueyrredón por una de las ventanas del cuartel, sin ser detenido por ningún centinela. La amistad se encargó enseguida de ofrecerle un refugio. Cúpole al señor horma esta noble misión.

Los patriotas que acechaban todas las circunstancias que pudiesen favorecer sus intentos, apresuráronse a sacar partido de estos incidentes. Las simpatías por la desgracia subían a punto de que se exagerasen las violencias del mandón español, y la opinión de los naturales se predisponía gradualmente contra un orden de cosas que empezaba a irritarse.”